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18 abril, 2024

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Comunicación Política, talón de Aquiles del gobierno del cambio

La comunicación política es hoy día una de las áreas probablemente con más fuerza dentro de las ciencias de la comunicación, puntualiza el catedrático mexicano Francisco Javier Serrano Bosquet  (colaborador del Departamento de Estudios de la Comunicación Social de la Universidad de Guadalajara), en la publicación Comunicación y Sociedad.

Al presentar el libro Comunicación política y ciudadanía, aportaciones actuales al estudio de la comunicación política: una compilación interinstitucional de 310pp que coordinó en el 2011 Carlos Muñiz con la editorial mexicana Fontamara, especifica que la obra en primer lugar aporta los trabajos más teóricos, como el de María de la Luz Casas y aquellos con los que se intenta mostrar las relaciones que, históricamente, se han dado entre el poder político y los medios de comunicación.

En el prólogo de José Luis Dader, catedrático de periodismo y especialista en comunicación de la Universidad Complutense de Madrid, introduce de manera muy clara y resumida a profanos y especialistas en el complicado debate existente en torno a la naturaleza y esencia de la comunicación política, en el entendido que ésta es mucho más que la mera suma de disciplinas.

Su origen y naturaleza relacional hacen posible, por no decir que obligan, a ir más allá de los clásicos análisis filosóficos, sociológicos, jurídicos o éticos que, de manera recurrente, se han llevado a cabo sobre la política. Un fenómeno éste, el de la política, cada vez más complejo y complicado que precisa ser examinado desde nuevas ópticas y perspectivas. Máxime, cuando aparece el tema de la comunicación.

La comunicación no viene a sumarse –como se pone de manifiesto a lo largo de esta obra-, a ser un elemento más de la política; su presencia e influencia ha llegado incluso a transformar esta hasta el grado de controlarla y dirigirla (p.8). Transformación que, como señala María de la Luz Casas en el capítulo IV, no podía no darse, después de ver cómo “las nuevas tecnologías de la información y comunicación han venido transformando todo” (p.79), desde la forma de trabajar y estudiar, hasta la manera en que nos relacionamos.

Las transformaciones que observamos en el mundo de la política y la forma en la que ahora entendemos la democracia son, en buena medida, fruto de los medios de comunicación. Medios que, como puntualiza Francisco Javier Martínez en el capítulo VII, han recibido tradicionalmente en México un trato muy distinto al que han recibido el resto de los mexicanos, alcanzando gracias a ello una enorme influencia y poder capaz de desestabilizar e influir en la vida política, social y cultural del país (p. 175).

Ejemplo de ello, es el trabajo de José Carlos Lozano, Carlos Muñiz y Citlali Sánchez, quienes llevan a cabo una investigación, análisis y evaluación “del papel desempeñado por los principales noticieros nacionales de televisión en la cobertura de la campaña presidencial de 2006” (p.156).

De ahí, que coincidan en que “Atendiendo al componente comunicacional, al papel que están jugando los medios de comunicación de masas y globales, los modos y las técnicas de persuasión, las estrategias y tácticas del encuadre psico-cognitivo de los asuntos públicos…[para]…poder explicar las grandes categorías de la distribución del poder y el conflicto, la toma de decisiones, la evolución de los regímenes políticos y el resto de los componentes de los fenómenos políticos (pp88-9).

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Es ante la imposibilidad (o inapetencia) de las disciplinas tradicionales para hacerse cargo desde dentro de estas cuestiones, que nace la comunicación política como área con entidad propia. Un campos que estudia de manera rigurosa y sistemática “la producción, difusión e intercambio de símbolos y representaciones cognitivas acerca de la política, con la consiguiente generación de percepciones y reacciones sobre esa política” (p.9).

Para ello, se insiste, es necesario distinguir entre “símbolos” y “representaciones cognitivas”. Pero, ¿por qué es importante hacer tal distinción? Apropiándose de alguna manera de aquello que ya se venía haciendo en otras disciplinas –véase por ejemplo la filosofía del lenguaje o la antropología social o cultural con la que parece coquetear a veces Francisco Ramírez en el capítulo II-, la comunicación política pone especial énfasis en la necesidad de distinguir la expresión de ideas y proposiciones políticas que los sujetos llevan a cabo, de los intercambios simbólicos que rodean al actual mundo político.

He aquí unos apuntes. Con destinatario: Al gobierno del cambio. La comunicación política, su talón de Aquiles.

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