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25 abril, 2024

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Cinturones de miseria

Es imposible solucionar los problemas de desigualdad y pobreza desconociendo de entrada las causas que los generan. Una sociedad que todavía en el siglo XXI considera a la flojera, por ejemplo, como una de sus principales causas está lejos de estar preparada para enfrentar sus desafíos de equidad.

Es imposible solucionar los problemas de desigualdad y pobreza desconociendo de entrada las causas que los generan. Una sociedad que todavía en el siglo XXI considera a la flojera, por ejemplo, como una de sus principales causas está lejos de estar preparada para enfrentar sus desafíos de equidad. Hay que educar a esos muchachos, abandonados por el Estado, en oficios que sean prácticos y que tengan bastante demanda. No me malinterpreten, pero no tiene caso insistir en carreras tradicionales o rimbombantes, cuando se pueden cursar otros estudios en menor tiempo y a un bajo costo o gratis. Lo anterior no significa que uno de estos futuros estudiantes pobres no pueda ser médico o abogado, ni más faltaba, pero es obvio que se requiere un plan de choque educativo, que implique una preparación expedita, segura y confiable, para cambiar, de una buena vez, la ecuación de la desigualdad. Por más empeño que los gobiernos pongan en presumir, dentro y fuera, que están trabajando para realmente combatir los rezagos, la pobreza gana. Desnutrición, hambre, falta de servicios públicos, desempleo, analfabetismo e, incluso, la obesidad, son síntomas inequívocos de que algo anda mal, de que las políticas públicas nomás no se están aplicando, son deficientes e ineficientes. En México, por ejemplo, abundan los cinturones de miseria. Estas zonas periféricas pobres, formadas a través de los años por personas que han sido desplazadas de zonas rurales a las grandes ciudades por falta de oportunidades, porque no hay proyectos de desarrollo por parte de los gobiernos. La pobreza es un pecado social cuyas raíces se adentran en lo profundo de la historia y la cultura. Se asienta, entre otros muchos factores, en la falta de oportunidades para generar ingresos estables, en la segregación urbana, en la discriminación disfrazada de clasismo y en una desigualdad en materia educacional abismante.

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