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19 abril, 2024

Letras de cambio

La cincuentona

Cancún es, seguramente, la última ciudad que surgió de la nada.  Que fue construida sobre una decisión política donde no existía nada, en el lugar que había sido sede de un intento fallido de colonización por los chicleros.  Es también, en mucho, la expresión fallida de un diseño de excelencia.  Y, asombrosamente, sigue siendo el sitio que recibe a mayor número de migrantes, nacionales y extranjeros, de nuestro país.

A punto de cumplir 50 años de existencia, habrá que analizar todo aquello que se hizo mal para destruir lo que Antonio Enríquez Savignac concibió como un lugar donde el turista y el local pudiesen convivir sin dañar a la naturaleza, siempre viendo el mar, siempre con calidad de vida.

Intereses económicos, y la gran cantidad de pobladores que llegaron, desvirtuaron todos los planes urbanos que la concibieron.  Hoy los problemas de las grandes ciudades, como la violencia, la falta de movilidad, la distancia entre los centros poblacionales y los servicios, los vicios que conlleva el turismo, parecen sepultar aquel proyecto.  Sin embargo, crece el empleo, se mantiene el sueño de una vida mejor.

Un ciclo de conferencias para conmemorar el 50 aniversario de Cancún, organizado por el Cronista de la Ciudad, Fernando Martí, dio inició el martes 14 de Enero. Y entre los asistentes muchos de los que llegaron cuando nada había, cuando todo empezaba. Los que podrían ser, todos, conferenciantes, ponentes de lo que ha cambiado en tantos años.Uno de los expositores, el exgobernador, primero constitucional, Jesús Martínez Ross, con envidiable lucidez recordó al expresidente Luis Echeverría Álvarez, a las 28 giras que hizo a Cancún, a su decisión política que creó, de la nada, a lo que hoy es un referente nacional, destino de viajeros codiciado en todo el mundo. 

Y a Augusto Gómez Villanueva que repartió los terrenos nacionales.Antes habían hablado de esa colonia chiclera fundada en 1869, donde con bares y mujeres se intentaba que los hombres que venían a trabajar por temporadas, se quedasen. Lo que resulta como una fantasía lejanísima para quienes nacieron con las avenidas, los hoteles, los servicios.Don Jesús insistió en el reconocimiento a Fonatur,  a esa manera de crear abundancia desde el gobierno, desde el Estado, y obviamente a Enríquez Savignac, ese hombre entrañable, grato, generoso, inteligente que concibió Cancún en el papel y tuvo la capacidad para convencer al Presidente de la República.

En una de mis primeras entrevistas en Quintana Roo, con Alfonso Alarcón, aquel primer presidente municipal, lo recuerdo como si fuese hoy, hablamos del pan.  De la magia del día en que por primera vez pudieron comer pan en Cancún porque hubo una panificadora. En una población que terminaba en el Hotel Aristos. 

Pedro Joaquín como gobernador combatió la precariedad de los asentamientos humanos donde vivían los trabajadores de los hoteles.Esa desigualdad que hoy le preocupa al presidente López Obrador, esa abismo entre la zona hotelera y las colonias populares donde cada día aumenta el número de “altares” populares en los sitios donde han asesinado a alguno.Hoy Cancún es el ejemplo excepcional de la capacidad creativa de los mexicanos, y también de cómo se puede destruir un sueño, una planeación, una ciudad que iba a ser “el mejor lugar para vivir”…

 

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