Hablar de inclusión es hablar de justicia. Es entender que una sociedad solo es verdaderamente fuerte cuando nadie se queda atrás.
En Quintana Roo, más de 240 mil personas viven con algún tipo de discapacidad o limitación en sus actividades cotidianas, lo que representa alrededor del 13% de la población estatal, según datos del INEGI.
Detrás de cada número hay una historia, una familia, un esfuerzo por participar, aprender y ser parte de una comunidad que muchas veces no está del todo preparada para recibirlos.
Las carencias son visibles.
Hay escuelas que aún no cuentan con rampas o materiales accesibles, jóvenes que no pueden continuar sus estudios por falta de apoyos técnicos y familias que enfrentan enormes desafíos para acceder a atención médica, terapias o empleos dignos.
Pero también hay esperanza: una voluntad creciente por construir una sociedad más empática, equitativa e incluyente, donde nadie quede fuera del desarrollo.
Bajo el liderazgo de la gobernadora Mara Lezama, Quintana Roo avanza hacia una transformación profunda con enfoque humanista.
Su visión coincide con la de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien impulsa una nueva etapa nacional basada en la equidad, la justicia social y el reconocimiento de todas las personas.
En este contexto, desde el Congreso del Estado hemos establecido una mesa de trabajo permanente con diversas asociaciones civiles que representan las causas de niñas y niños con autismo, cáncer infantil, síndrome de Down y distintas discapacidades motrices o cognitivas.
Escuchar sus voces no es un gesto político: es el punto de partida para construir leyes y reformas que nazcan desde la empatía y la experiencia real de quienes enfrentan cada día la desigualdad.
La verdadera inclusión no significa compadecer, significa reconocer y actuar. Implica mirar a cada persona con dignidad y asumir que todos tenemos el mismo derecho a participar, decidir y soñar.
Cada política pública que coloca la dignidad humana al centro es una semilla de justicia que florece en toda la comunidad.
Desde el Congreso, asumimos el compromiso de fortalecer un Quintana Roo donde todas las voces cuenten, donde cada persona tenga la oportunidad de aprender, de trabajar y de vivir con dignidad. Porque la inclusión no pide privilegios, exige igualdad.
Y si algo nos une como sociedad, es la convicción de que la justicia empieza cuando aprendemos a mirar con empatía y a construir con el corazón.
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