Por Jorge Sanén, Diputado de la Transformación
La Cuarta Transformación no se explica sin su militancia. No nació en las cúpulas ni se sostuvo desde el poder institucional; nació en las calles, en las colonias, en los ejidos y en las comunidades donde mujeres y hombres decidieron organizarse para cambiar la historia del país. Por eso afirmo con convicción que la militancia es la columna vertebral de nuestro movimiento.
Ser militante no es portar una credencial ni aparecer en una foto. Es asumir una responsabilidad ética con el pueblo. Es informar, organizar, defender causas, tocar puertas y sostener el proyecto incluso en los momentos más difíciles. La militancia es la que mantiene vivo el sentido original de Morena: servir y no servirse.
En Quintana Roo lo sabemos bien. Nuestro movimiento creció gracias a la participación activa de miles de personas que creyeron en la transformación cuando aún no había cargos, ni presupuestos, ni reflectores. Esa base social es la que hoy permite que Morena tenga estructura, presencia territorial y capacidad de organización en todo el estado.
La militancia es también conciencia política. Es entender que la transformación no es automática ni irreversible, que requiere trabajo permanente, unidad y claridad de principios. Cada avance logrado —en derechos, bienestar, justicia social— ha sido defendido por una militancia organizada, informada y comprometida con el interés colectivo.
Desde mi responsabilidad como legislador y dirigente del movimiento, tengo claro que cuidar a la militancia es cuidar la transformación. Escuchar sus voces, respetar su trabajo, fortalecer su formación política y garantizar que el partido siga siendo un instrumento del pueblo, no un espacio de privilegios.
Los tiempos que vienen exigen más organización, no menos. Más participación, no simulación. Más militancia consciente y activa, capaz de defender el proyecto con argumentos, con trabajo territorial y con congruencia. Morena no puede perder su raíz popular, porque ahí está su fuerza.
La Cuarta Transformación avanza cuando la militancia se mantiene firme, organizada y convencida de su papel histórico. En Quintana Roo seguiremos fortaleciendo esa base, porque sabemos que sin militancia no hay movimiento, y sin movimiento no hay transformación.
La militancia no es un accesorio del proyecto. Es su corazón.