Durante años, la violencia contra las mujeres fue una estadística incómoda: sabíamos que existía, pero el Estado no siempre llegaba a tiempo. Hoy, esa omisión empieza a corregirse con políticas públicas que entienden una verdad básica: sin justicia, no hay bienestar.
¿En qué se basa la necesidad? En datos duros.
En México, una proporción significativa de mujeres ha vivido algún tipo de violencia y, por décadas, muchas no denunciaron por miedo, falta de recursos o ausencia de acompañamiento jurídico.
Esa brecha —la de la justicia que no llegaba— es la que atiende el programa Abogadas de las Mujeres, impulsado por la presidenta Claudia Sheinbaum y coordinado desde la Secretaría de las Mujeres, encabezada por Citlalli Hernández: una política pública con enfoque territorial, derechos y resultados.
Hoy ya hay evidencia medible. 984 mujeres han recibido acompañamiento jurídico especializado.
Ese número representa 984 familias directamente impactadas y, considerando el tamaño promedio del hogar, más de 3,500 personas beneficiadas de manera indirecta.
Detrás de cada expediente hay hijas, hijos y comunidades enteras que recuperan estabilidad.
En Quintana Roo, este esfuerzo destaca a nivel nacional. Gracias al liderazgo de la gobernadora Mara Lezama, el estado aportó 15 abogadas a este programa, colocándose como el número uno en contribución.
No es un dato menor: es la traducción local de una política nacional que se toma en serio la justicia para las mujeres.
El impacto no es solo social; es económico y de seguridad.
Cada proceso legal bien acompañado reduce la impunidad, previene la repetición de la violencia y evita escaladas que terminan costando millones al sistema de salud, a la justicia y a la productividad.
Atender la violencia con herramientas jurídicas especializadas ahorra recursos públicos, fortalece la confianza institucional y protege a las familias.
Por eso yo bajo a territorio y difundo este programa.
Desde hace más de 16 años he caminado las calles de mi Cancún, escuchando historias que no siempre llegan a un escritorio. Ahí confirmé la magnitud de esta necesidad.
Hoy, con Abogadas de las Mujeres, puedo llevar justicia real, no solo a mujeres que la necesitan, sino a familias benitojuarenses que durante años esperaron una respuesta. Cuando la justicia se vuelve cercana, deja de ser promesa y se convierte en protección cotidiana.
La ciudadanía lo percibe, lo agradece y respalda el gran trabajo de la presidenta Claudia sheinbaum, Porque cuando la justicia llega a tiempo, no solo se protege a una mujer sino se reconstruye una familia.