El Correo Internacional – Sabotaje
POR GEORGE GOUBERT
Digamos que eres un tipo malo, un terrorista y te has propuesto deliberadamente destruir un país, una sociedad o una civilización. Este concepto es bastante común y se encuentra en las revoluciones a lo largo de la historia.
Esta estrategia está actualmente en marcha en algunas partes del mundo y son nuestros PROPIOS GOBIERNOS los que se dedican a este sabotaje.
El año 2025 acaba de comenzar y ya hemos visto múltiples ataques terroristas, en Nueva Orleans y frente al hotel de Donald Trump en Las Vegas.
Luego está la cuestión de los desastres naturales, en Los Ángeles, con evidencias de que estos incendios fueron iniciados, al menos en parte por pirómanos.
Sin olvidar los desastres provocados por la inmigración ilegal masiva.
¿Es esto una teoría de conspiración?
En los últimos dos años, muchas teorías conspirativas han resultado ser correctas, como el confinamiento por la pandemia de Covid, el gasoducto Nordstream de Europa.
Los teóricos de la conspiración han estado acumulando una impresionante lista de victorias últimamente.
A lo largo de la historia, los izquierdistas han participado en la desestabilización cuando no consiguen lo que quieren.
Consideran que sus motivaciones son sacrosantas y están más allá de toda crítica, ya sea “salvar la democracia”, “salvar el planeta” o “acabar con los capitalistas y los colonos”.
Cada vez que la izquierda política ha tenido influencia sobre las condiciones sociales y ha perdido ese poder, ha recurrido a la perturbación y la violencia exponenciales, desde disturbios hasta asesinatos.
Cuando la mayoría va en contra de la narrativa izquierdista, los izquierdistas se convierten en matones.
Son capaces de justificar cualquier cosa.
El poder del gobierno es como el anillo de Sauron en El Señor de los Anillos: puedes pensar que puedes usarlo para hacer el bien, pero en última instancia te corromperá como corrompe a todos los demás. En 2025, nos encontramos en una encrucijada peligrosa,
Cuando tu civilización está bajo ataque, es moralmente aceptable defenderla. Asumiendo el riesgo de golpearte. Porque esto conducirá inevitablemente a la pérdida de la libertad y la prosperidad que la sociedad espera proteger.
