Hablaremos de ejemplos concretos que podemos aplicar en la comunidad escolar para ejecutar lo aprendido sobre educación para la paz y deconstrucción de la violencia. Como primer paso, dividiremos estas acciones en tres ámbitos: el espacial-juego; el de aprendizaje formal educativo y, el estructural escolar.
En el primero, vamos a cuestionar (con un fin propositivo) qué espacios (les) hemos “impuesto” para la apropiación por sexo, entiéndase las formas de juego, los terrenos que usamos para desarrollarlos, las herramientas, juguetes e instrucciones para jugar y divertirse en la infancia, sin perder de vista el enfoque de derechos de la niñez que implica reivindicar los espacios oficiales de equipos deportivos específicos (cancha de futbol varonil con horarios fijos y hegemónicos) hasta los juguetes estereotipados que, de una u otra forma van construyendo el pensamiento mágico de la infancia, el plan de vida de desarrollo: ejemplos: muñecas para niñas, igual a cuidados, maternajes; cochecitos para niños, igual a libertad imaginaria para viajar, transportarse, trabajar entre otro.
En el segundo ámbito, cuestionaremos la literatura que se ha destinado para la población infantil y adolescente, los cuentos, leyendas, lecturas, anécdotas que tienen o carecen de una perspectiva de género o educación basada en estereotipos y prejuicios. Aquí cobra especial relevancia la formación que tiene la persona que educa en el aula así como los contenidos educativos.
Y, ya el tercer ámbito definitivamente compete a las autoridades involucradas en la educación trabajar para la incorporación de diversas herramientas que deban existir: comités de participación estudiantil para erradicar y prevenir la violencia sexual y de género; la implementación de la perspectiva de género en la educación, etc.
