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28 marzo, 2024

Astillero

Zavala: impío cálculo conyugal

  • Blofear para negociar
  • Felipe deshoja la margarita
  • Meade (y Anaya), a la espera

La renuncia de Margarita Zavala a su insostenible candidatura presidencial sin partido significa el inicio de los reacomodos, a título de subasta, que buscarán aglutinar fuerzas en un polo pleno, contrario a Andrés Manuel López Obrador y a Morena.

Nunca tuvo Zavala una viabilidad electoral verdadera. La construcción de su candidatura provino de un impío cálculo conyugal que así pretendió dar empaque y capacidad de negociación a un calderonismo que perdió todo poder real al interior del Partido Acción Nacional en diciembre de 2010 (aún con Felipe Calderón en Los Pinos), cuando un grupo con Gustavo Madero a la cabeza (y un desconocido Ricardo Anaya como uno de los coadyuvantes) le impidió instalar a un tercer presidente partidista al hilo (lo habían sido el ahora converso al morenismo, Germán Martínez, y el negociante en petróleos,  César Nava Vázquez).

Calderón, con el poder presidencial en las manos, no pudo imponer a Roberto Gil Zuarth, ni pudo hacer candidato a la presidencia de la República a su delfín, Ernesto Cordero. En 2015, ese grupo tampoco pudo conseguir para la esposa del jefe una candidatura a diputada federal (plurinominal, obviamente, como las obtenidas en dos ocasiones anteriores).

Sin nada en las manos, más que la ansiedad por seguir en el reparto de rebanadas del poder, el calderonismo pretendió concitar apoyo popular para Margarita Zavala posicionándola como mujer (manipulación de género, a fin de cuentas), como imitación de Hillary Clinton (oportunismo agringado y fallido) y como candidata “independiente” (siendo absolutamente dependiente del felipismo). A todo ello, Zavala contribuyó con su propia participación desangelada y verbalmente desafinada: no logró mostrar un fervor social a su favor; al contrario, su candidatura “independiente” fue un himno a la marrullería, con un alto porcentaje de irregularidades y la fotocopia de credenciales de elector como recurso desesperado e indicativo.

El fracaso de la figura de Margarita Zavala no significa el fracaso del proyecto político mercantil del calderonismo. Así como los partidos “Verde”, Nueva Alianza, del Trabajo, Movimiento Ciudadano y Encuentro Social han sobrevivido con grandes ganancias, al prestarse a sumar sus cuentas exiguas a proyectos mayores que así buscan “legitimarse”, ahora el calderonismo pone a remate sus haberes inflados.

Un día antes de la renuncia de Zavala, el panista Ricardo Anaya habló de la posibilidad de una alianza con ella, con reconocimientos y elogios que contrastan con el duro intercambio verbal que ambas partes han sostenido. En realidad, ambos personajes habían cruzado ciertos guiños amables, hablando de votar cada cual por el otro si es que ellos mismos no hubiesen sido candidatos. A pesar del enorme encono, y de las profundas heridas que se infligieron en el curso de su pelea por la candidatura panista, al igual que en el tramo formal de aspiraciones presidenciales que está en curso, hay voces presuntamente conocedoras de las entrañas del calderonismo que consideran viable el terminar apoyando a Anaya, “al panismo”, lo cual significaría una gran ayuda para el queretano.

La opción “ciudadana” y “apartidista” de José Antonio Meade también sería muy redituable para el calderonismo. El actual candidato “externo” del PRI fue secretario de Estado durante el paso de Felipe Calderón por Los Pinos, y hay lazos familiares, amistosos y grupales entre ellos. Javier Lozano Alarcón, quien fue secretario del trabajo con Calderón, es ahora uno de los voceros de Meade, y Ernesto Cordero, a quien deseaba Felipe como sucesor, preside el Senado gracias a maniobras apadrinadas por el PRI, y se muestra solidario con la candidatura de Meade.

A fin de cuentas, Felipe deshoja la margarita, en busca de la opción más rentable. Todo lo que caiga será bueno: candidaturas de última hora, cargos en la campaña del candidato a apoyar, promesas de puestos en el gabinete si se llega al triunfo, garantía de indemnidad e influencia en un eventual sexenio “amigo”. Más interesante que el futuro laboral de este grupo, será el conocer al destinatario de la apuesta calderonista posterior a Margarita: aparentemente natural sería que apoyaran a Anaya, a fin de cuentas panista; muy sugerente será si el beneficiado es Meade, pues eso le sumaría puntos en las encuestas de ficción, para acercarse a Anaya y, si se le aplica a este la guillotina judicial, con el caso de la nave industrial queretana, quedar como segundo lugar y desde ahí construir los escenarios forzados de una unidad antipejista dispuesta a pelear con todo contra la “amenaza populista”.

Por lo pronto, Zavala (cuyo nombre habrá de estar en la boleta electoral, pues días atrás el consejero presidente del INE aseguró que no habría modificaciones de los nombres disponibles a esa fecha) ha dicho que deja a sus seguidores en libertad de apoyar a quienes deseen. El anuncio de su renuncia, realizado en el curso de la grabación del programa Tercer Grado, de Televisa, impactará de inmediato a quien peor que ella ha estado en las encuestas, Jaime Rodríguez Calderón, alias el Bronco, quien tiene más afinidad con Meade que con Anaya.

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Empujada a la renuncia femenina por empresarios que buscan una candidatura única contra López Obrador, la dupla FelYMar podría revivir al mencionado Meade, al amparo de un discurso “ciudadano” y “no priista”. Ayer mismo, a las 14.11 horas, Meade, que fue secretario de energía y de hacienda en la administración de Felipe Calderón (y quien horas antes se había reunido con otro “ideólogo” antipejista, Vicente Fox Quesada, el cual le reiteró apoyo) tuiteó: “Mi mayor respeto y admiración a @Mzavalagc, mujer honesta, inteligente y congruente. Siempre contará con mi amistad y reconocimiento. Nuestra democracia se fortalece con su participación y valentía”. Y, mientras una empresa de Carlos Slim blinda cibernéticamente las próximas elecciones, ¡Hasta mañana!

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