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28 marzo, 2024

Astillero

Rosario Robles: plumaje y pantanos

700 mdp, en efectivo
Ahumada, Salinas, Peña
¿A preocuparse con AMLO?

En una peculiar autovaloración comercial, Rosario Robles Berlanga dijo que su nombre ha vuelto a aparecer en denuncias públicas sobre corrupción debido a que “vende” mediática y políticamente. Esta es la frase: “es inaceptable que por vender se utilice mi nombre”.

La actual titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu, creada en 2013; sus anteriores titulares fueron Jorge Carlos Ramírez Marín y Jesús Murillo Karam) ha respondido con vehemencia exculpatoria ante la publicación periodística que este martes detalló el modus operandi de saqueo del erario, desarrollado en esa secretaría y, antes, en la de Desarrollo Social (Sedesol) donde también fue titular RRB. Recursos convertidos en efectivo y entregados en domicilios falsos o hechizos, todo con una fachada de legalidad que ahora ha sido desmontada por la Auditoría Superior de la Federación.

Además de negar toda implicación en un escándalo más de corrupción que sucede en ámbitos bajo su mando, Robles Berlanga salió al paso de las versiones que la mencionan como un objetivo cantado del próximo gobierno obradorista: “Estoy totalmente abierta a que se me investigue. No necesito el perdón de nadie. A mí que se me investigue hasta por debajo de las piedras, estoy muy tranquila. Son malas informaciones respecto a mi persona” (nota de Carolina Gómez Mena, en La Jornada).

El plumaje de quien fue jefa sustituta del gobierno capitalino (en reemplazo de Cuauhtémoc Cárdenas, con quien ha mantenido una buena relación política, al igual que con el hijo de este, Lázaro) ha cruzado varias veces el pantano de las acusaciones de corrupción. Un primer episodio se produjo justamente cuando ella presidió el comité nacional del Partido de la Revolución Democrática y, luego, gobernó la Ciudad de México, con el empresario de origen argentino, Carlos Ahumada, como compañero, inductor y ejecutor.

Las horas más amargas de aquella historia de amores y negocios, llevaron a Robles Berlanga a entendimientos políticos con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari y, luego, con el entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto. En la televisión mexiquense tuvo plataforma la mujer caída en desgracia política y, cuando el ahijado político de Arturo Montiel fue postulado como candidato presidencial priista, Robles Berlanga inició un proceso de recuperación que le llevó a la secretaría electoralmente estratégica, la Sedesol, en un giro de presunta apertura peñista a una militante “de izquierda”.

Ya como alta funcionaria federal, se le acusó de utilizar los recursos públicos para favorecer candidaturas priistas, especialmente en abril de 2013, en el Veracruz gobernado por Javier Duarte de Ochoa. Grabaciones y testimonios, reproducidos sobre todo por dirigentes panistas, mostraban el apoyo de la estructura de Sedesol para los “mapaches” electorales de esa entidad.

Días después, acompañado en Chiapas por el gobernador Manuel Velasco Coello, el propio Peña Nieto soltó una exoneración exprés que sonó a complicidad e incentivo: “Rosario, no te preocupes, hay que aguantar porque han empezado las críticas, han empezado las descalificaciones de aquellos a quienes ocupa y preocupa la política y las elecciones; pero nosotros en este gobierno tenemos un objetivo claro, una tarea comprometida con los mexicanos, que es acabar con el hambre”.

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Velasco celebró el éxito de la principal campaña que desarrollaba Robles: “la Cruzada contra el Hambre significa para nosotros la oportunidad de abrir un nuevo horizonte para todas las familias, con dignidad, justicia y equidad. Significa la oportunidad de dar salud y educación, de sembrar juntos un campo más productivo. El hambre no puede seguir siendo la parte más dolorosa de nuestra realidad”.

Años después, desde otra secretaría, Robles Berlanga mantiene el mismo equipo impugnado por estafas maestras y otras pillerías, y enfrenta con presunta altivez el reto de saber si con el próximo gobierno obradorista, deberá hacer algo más que preocuparse.

Personajes del nuevo elenco legislativo moreno, Martí Batres y Mario Delgado, han propuesto medidas de austeridad gastronómica conforme a la etiqueta de retos #Challenge, usada en internet. #TupperChallenge, ha propuesto el senador; #TermoChallenge, el diputado federal. Es decir, que los legisladores lleven su comida y su café en recipientes propios y con cargo a su peculio.

Además, ayer mismo, en el Senado, se planteó “elevar a categoría constitucional” el concepto de la austeridad republicana” (sabido es que la Carta Magna está repleta de palabrería “consagrada” que, a la hora de lo práctico, de poco o nada sirve).

En tanto, el tema de la disminución de ingresos de los diputados entró a una zona que hasta hace tres noches no era esclarecida. Fue anunciada una reducción importante de los ingresos de los integrantes de San Lázaro, pero se mantuvo una zona imprecisa relacionada con el rubro de asistencias y apoyo legislativos. Eso significa unos setenta mil pesos mensuales para cada diputado, que pueden ser manejados de manera discrecional y que, con mucha frecuencia, se quedan en las cuentas personales de esos políticos. Es posible que la partida solo se mantenga hasta enero, cuando entrará en vigor el presupuesto de egresos 2019. Pero también podría pretenderse disimular ese ingreso “informal”, y quedarse los diputados, a fin de cuentas, con casi 150 mil pesos al mes.

Y, mientras Felipe Calderón anuncia “el fin” del Partido Acción Nacional si en la dirigencia queda la planilla formada por el anayista Marko Cortés y por Héctor Larios. ¡Hasta mañana, con la Policía Federal que ya no halla qué hacer (está “investigando”, según eso) en el caso del montaje hecho en San Luis Potosí, para simular el hallazgo de una bebita que había sido secuestrada!

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