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29 marzo, 2024

Astillero

Oponerse a AMLO

Hasta ahora, nada le ha funcionado positivamente al segmento que se opone al presidente Andrés Manuel López Obrador. Ese polo de la realidad nacional ha buscado banderas que le propicien movilización y discurso, ha enfatizado fallas presuntas y reales de su objetivo en mira, ha utilizado mecanismos mediáticos y políticos para potenciar su descontento (como lo hacen todas las formaciones políticas en la arena moderna de combate que se constituye con medios convencionales e internéticos) y ha aspirado a marchas y manifestaciones multitudinarias que refrenen a su desbordado e imperioso adversario de origen tabasqueño./
No solo tienen legítimo derecho a hacerlo todos aquellos ciudadanos que piensan y opinan de manera distinta a quienes forman y apoyan la opción, hoy en el poder, que es identificable como partido y movimiento Morena, como Cuarta Transformación o, de manera más personalizada, como obradorismo gobernante. Visto el asunto desde un mirador cívico, los opositores a esta realidad andresina dominante tienen una corresponsabilidad respecto a lo que sucede, al no ser capaces de organizarse, expresarse y lograr (o forzar) que el aparato obradorista de poder tome en cuenta de manera firme sus propuestas y objeciones./
Pero sucede que dicha oposición ha carecido, hasta hoy, frente al trepidante inicio de una nueva forma de ejercer el históricamente aplastante presidencialismo mexicano, de una forma viable de oponerse, por paradójico que parezca el punto. No es una cuestión de armado, ensamble o arquitectura. Va más allá de lo formal: es un déficit de legitimidad ante el primer esfuerzo de reparación y transformación profundas de una realidad que se desarrolla desde un frente amplio que va más allá de la anfitrionía de Morena y que, hasta ahora, entre contradicciones, pifias, riesgos de retroceso y un estilo personalísimo del máximo líder, que puede resultar irritante a sus malquerientes, mantiene una alta aprobación popular, conforme a mediciones de opinión pública (que ayer y hoy pueden resultar manipuladas) y a una aceptación expectante de una amplia franja ciudadana./
Para empezar, esa oposición a AMLO carece de figuras fuertes que pudieran nuclear y dar ruta: el Partido Revolucionario está desfondado, convertido casi en fugitivo de la historia, aspirante a establecer con el morenismo pactos bisagra de supervivencia (su reciente candidato presidencial, José Antonio Meade, prefirió pasar a las élites de la banca privada); Acción Nacional está en el peor momento de su historia, sin liderazgo mínimamente funcional y con su ex candidato presidencial, Ricardo Anaya, en el extranjero y sin respetabilidad política. Del Partido de la Revolución Democrática lo más que se puede decir cabe en una esquela política y los demás partidos de la “chiquillada” no tienen mayor trascendencia que la utilitaria en términos de aritmética para mayorías legislativas./
Ahora la franja opositora a AMLO, identificada con la derecha en términos de la geometría política tradicional, ha convocado a una nueva marcha para protestar contra el hiperactivo macuspanense (nacido en Tepetitán, una de las dos principales poblaciones del municipio tabasqueño de Macuspana). Será el próximo cinco de mayo y, su punto de reunión, el Ángel de la Independencia a partir de las once de la mañana. En la convocatoria se plantea salir a las calles “por la defensa del progreso, la libertad, la legalidad y el estado de derecho: no al mal gobierno”. Como puede verse, hay un déficit en ese planteamiento, pues los opositores a AMLO defienden valores que no tuvieron vigencia real en México y mucho menos durante los períodos en que panistas y priistas tuvieron el poder presidencial./
En ese mismo esquema de exacerbación de ánimos, se promovió ayer una etiqueta tuitera en busca de bloquear las cuentas de la periodista Carmen Aristegui, luego que en su programa asociado a Radio Centro dio a conocer un análisis de comportamientos digitales realizado por la firma Mesura, ‘Big Data & Network Intelligence’, en la que se muestra la estrategia de cuentas robotizadas que impulsaron la etiqueta #AMLORenuncia./
La develación de esos datos generó la correspondiente oleada de cuentas tuiteras en rechazo de que fueran bots y que actuaran de forma coordinada y bajo consigna (comportamiento parecido han tenido cuentas proclives al obradorismo, que ante estudios que proclaman el uso de similares métodos internéticos también han reaccionado reivindicando su individualidad y soberano juicio). Pero en esta ocasión el enojo, genuino o coordinado, no fue contra la empresa cuyos estudios dio a conocer la periodista Aristegui en su programa o contra los resultados en sí mismos sino contra ella, promoviendo que los seguidores de sus cuentas dejaran tal condición. A la hora de cerrar esta columna, los números de la periodista se mantenían en lo alto: 8 millones 268 mil seguidores en su cuenta tuitera de @aristeguionline y seis millones 951 mil en @aristeguiCNN, más siete millones y medio de seguidores en su cuenta de Facebook y en YouTube, un acumulado de más de 191 millones de visualizaciones de sus materiales. Es probable que, también en este punto, la desesperada búsqueda de banderas de los segmentos adversos a López Obrador también hayan errado de destinatario, causa y sentido./
Luego de una larga y ácida discusión en redes sociales, uno de los yutuberos más relevantes, Ignacio Rodríguez, autodenominado El Chapucero, envió una carta de disculpas a Vicente Serrano, periodista que conduce y dirige el programa Sin Censura desde Chicago y con corresponsalía en México y especial difusión de asuntos nacionales (la Mañanera, entre otros temas). El diferendo inició ante la exploración, planteada por Rodríguez, de que el presupuesto federal para publicidad en medios pudiese alcanzar a los yutuberos especializados en asuntos políticos y particularmente los que apoyan a AMLO. Es positivo que se cierre tal episodio y más positivo será que se erradique cualquier posibilidad de aprovechamiento de dinero público para el bien pagado ejercicio yutubero que debe cuidar independencia y confiabilidad.

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