REDACCIÓN / GRUPO CANTÓN
Cancún.- Después de 20 años de trabajar en una empresa para sacar adelante a su familia, incluido a su hermano con síndrome de Down, la chilena Paulina Cáceres González decidió que era tiempo de cambiar su vida y montar su propio negocio.
Con mucha alegría y con un fondo ahorrado, ella renunció a su trabajo. Sin embargo, antes de emprender, decidió cumplir el sueño de su hermano y traerlo al Caribe mexicano. Creyendo en la publicidad, decidió comprar un gran paquete vacacional con Experiencias Xcaret, que incluía parques y tours a distintos destinos. Esta fatídica decisión efectivamente les cambió la vida, pero no para bien, pues por la negligencia de esta empresa, ambos quedaron con sus futuros truncados y las vidas arruinadas.
Cristian Cáceres sufrió una caída en uno de estos tours, que lo dejó con traumatismo medular. Hoy, ya no puede caminar sin asistencia o siquiera sostener objetos, por lo que requiere de ayuda hasta para las tareas más básicas, como vestirse, bañarse o comer. Su hermana, Paulina, ha tenido que enfocarse en su atención, por lo que ya han quedado abandonados sus sueños de emprender un negocio.
Sus ahorros se fueron en cubrir los gastos médicos en México y ahora no tiene manera de obtener ingresos. Hasta la fecha, Xcaret se niega a hacerse responsable y su única “generosa” oferta frente a esta tragedia fue ofrecerles la devolución de lo que gastó en sus tours.
El trágico accidente ocurrió el pasado 24 de junio, en el muelle del ferry “Xailing by Xcaret” de Playa del Carmen. Cristian avanzaba por una rampa en el lugar, misma que carecía de un barandal del que afirmarse. Por esta falla de seguridad, este turista chileno al resbalar no tuvo de qué afirmarse, golpeándose en el suelo la cara y, lo más grave, sobreextendiendo su cuello.
Paulina Cáceres González narra que el personal de Xcaret minimizó el accidente, pese a que ella solicitaba atención médica. Frente a su negativa, ella tuvo que pedir y costear un traslado en ambulancia a una clínica.
Cristian se quejaba de dolor y entumecimiento en las manos. El diagnóstico tardó unos días en descubrirse y fue demoledor: compresión medular. Era urgente la operación. Paulina Cáceres contaba con un seguro, pero, como ocurre demasiado a menudo en Quintana Roo, resultó que no cubría este procedimiento. Sin opción, esta chilena debió desembolsar más de 400 mil pesos en gastos médicos.
Cristian fue sometido a una larga cirugía, para quitarle las láminas de dos de sus vértebras, además de colocarle siete pernos y una vara. Aunque se quitó la compresión, el daño ya estaba hecho. Hasta la fecha, él no ha recuperado su movilidad ni sensación.
Desde un inicio, Grupo Xcaret fue informado de lo ocurrido, pero la empresa indicó que solo contestaría a un correo electrónico, en el cual le dijeron que se hablara con el abogado del seguro para que cubriera los gastos.
Aunque Paulina intentó contactar a Xcaret de nuevo, la empresa señaló que solo hablaría con su abogado, por lo que ella tuvo que contratar uno.
Este defensor recurrió a la Profeco, pero la empresa solo aceptaba devolver el dinero de los tours, por lo que se tuvo que entablar una demanda civil, la que sigue en curso.
Paulina, asesorada por su abogado, llevó el caso a la prensa, detallando el calvario vivido, pero Xcaret emitió un comunicado lleno de falsedades, como el indicar que el accidente ocurrió “en inmediaciones” de Xailing, decir que ofrecieron primeros auxilios, lo que no ocurrió, y que desconocían de gastos médicos, pese a que ya les habían enviado todo el expediente.
Al ver cómo disminuían sus finanzas, esta familia regresó a Chile, en donde aguardan justicia. Cristian, quien salía a pasear solo y era autónomo en sus actividades diarias, ahora vive encerrado en casa, ya que requiere ayuda para afeitarse, comer, vestirse o asearse. Su mayor diversión era dibujar, algo que hacía por horas, pero ahora ya no puede sostener un lápiz.
Paulina vive en constante angustia, al no tener la posibilidad de trabajar o abrir un negocio. Debe cuidar a su hermano lesionado, lo que incluye vigilar que no se caiga, por su inestabilidad, además verlo quejarse del dolor, pese a los medicamentos que le dan. El tener que cargarlo para ayudarlo a desplazarse ya le genera problemas lumbares, además de requerir ella ayuda psicológica por el estrés que padece.
Su hija de 12 años de edad también sufre al desaparecer las salidas, siquiera al cine, y ver cómo cada día mengua más la economía.
Paulina ya tiene problemas en cubrir pagos, lo que significa en retrasos, intereses morosos y la degradación de su historial crediticio. Un cambio de casa que tenían pensado hacer, cuando empezara con su negocio, ya quedó en el imposible, al ya no ser sujeto de crédito.
“El hogar se ha vuelto un lugar de tensión constante, con discusiones, cansancio y estrés por encierro, limitaciones en toda actividad y además de la falta de recursos que no acostumbrábamos a tener en lo absoluto”, señala ella, quien dice que su hija, de 12 años de edad, también sufre por la ausencia total de salidas o paseos.
Frente a esta frustración por su futuro arrebatado, Xcaret recurre a tácticas dilatorias para alargar la demanda en su contra. Esto, al mismo tiempo que mantiene varios litigios contra ex empleados a los que tiene denunciados, presuntamente para no liquidarlos.