Tulum

Nacimientos del Niño Dios: un oficio ancestral que lucha por sobrevivir

Roberto Lemus / Grupo Cantón 

La falta de apoyos y espacios de venta amenaza la continuidad de un oficio que formaba parte del legado cultural de la zona maya de Tulum.

TULUM.— La tradición de elaborar nacimientos del Niño Dios, antes un distintivo del trabajo artesanal en las comunidades de la zona de transición —Francisco Uh May, Macario Gómez y Cobá—, atraviesa uno de sus momentos más difíciles. Artesanos que durante décadas produjeron figuras en barro, madera, palma o resina han decidido dejar de fabricar estos sets navideños ante la baja demanda y el riesgo económico que representa invertir en piezas que, aseguran, “ya nadie compra”.

En los talleres y locales improvisados a pie de carretera, los nacimientos han dejado de ocupar espacio. “Antes sí hacíamos, pero ahora no conviene. Se quedan guardados, se polvean, y el dinero invertido no regresa”, comenta Don Cecilio May, artesano con más de treinta años de experiencia en Francisco Uh May. Explica que producir un set completo puede implicar días de trabajo y costos crecientes en materiales, mientras que las ventas han venido cayendo año tras año.

La situación no es aislada. En Macario Gómez, Juana Xool confirma que muchos artesanos han tomado la misma decisión. “La gente ya no compra nacimientos. A lo mucho, preguntan por una figura suelta para reponer la que se rompió. Hacer sets completos es arriesgarse a perder”, señala. Agrega que incluso en temporada alta, los visitantes priorizan recuerdos pequeños y económicos, no piezas artesanales de mayor valor.

Un oficio golpeado por la caída de ventas durante todo el año

Los artesanos coinciden en que la disminución no solo afecta a los nacimientos: “Este año estuvo flojo en todo. No solo en Navidad: todo el año vendimos menos”, afirma un vendedor de la carretera Tulum–Cobá.

La contracción económica local, la competencia de productos fabricados en serie y el encarecimiento de materiales han reducido considerablemente sus ingresos.

Muchos artesanos aseguran que fabricar piezas grandes es hoy un lujo que no pueden asumir. “La madera está cara, el barro también. Si no se vende, se queda dinero muerto. Por eso preferimos hacer artesanías pequeñas que sí se mueven un poco más”, precisa Juana Xool.

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Turismo insuficiente y competencia industrial

Aunque Tulum recibe miles de visitantes cada mes, los artesanos señalan que el turismo no ha significado un impulso sostenido. “El extranjero compra llaveros o figuras pequeñas. Un nacimiento grande no lo llevan, y los locales tampoco gastan como antes”, describe Don Cecilio.

A ello se suma la competencia de productos importados, principalmente de Asia, que imitan diseños artesanales a precios mucho más bajos. “La gente ve uno parecido en una tienda y lo compra por barato. No saben que eso no es artesanal. A nosotros esa competencia nos tumba las ventas”, dice un vendedor de Cobá.

Sin apoyos y con una tradición en riesgo

Los artesanos también señalan la falta de espacios permanentes para la venta y la ausencia de programas que fortalezcan este oficio tradicional. Aunque algunos participan en ferias municipales, reconocen que estos eventos no son suficientes para sostener la producción anual.

La consecuencia inmediata es clara: cada vez menos talleres enseñan a las nuevas generaciones a trabajar el barro o la palma, y los nacimientos han dejado de ser una producción habitual. “A veces uno quiere enseñar a los hijos, pero si no hay venta, ¿qué futuro tiene el oficio?”, lamenta Don Cecilio.

Una tradición que se desvanece por razones económicas

Aunque los artesanos conservan el conocimiento y el arraigo cultural, muchos aceptan que la elaboración de nacimientos está desapareciendo de su economía. Para ellos, más que una elección, es una medida de supervivencia ante un mercado que ya no responde.

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“La tradición sigue en nuestros recuerdos, pero en la venta ya no. Si no hay quien compre, no podemos seguir produciendo”, concluye Juana Xool.

En las carreteras y pueblos de la zona maya de Tulum, donde alguna vez los nacimientos llenaban estantes cada diciembre, hoy prevalece una realidad distinta: un oficio que se reduce, empujado por la baja demanda y un mercado que cambia más rápido que la capacidad de los artesanos para adaptarse.

Publicado por
Javier