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24 abril, 2024

Letras de cambio

¿Qué estamos haciendo mal?

Edgar Méndez Montoya era, esperaría que siga siendo, el mejor amigo del ex gobernador Roberto Borge. También su socio en muchos negocios. Uno de ellos el hotel Fiesta Inn de Chetumal, tan favorecido por presidencia y la Secretaría de Turismo.

Ellos, los dos, se encargaron de hacer saber su cercanía. Por lo que no hubo ninguna sorpresa cuando la Fiscalía General del estado decidió acusarlo. Lo que sí nos deja estupefactos, lo que le sigue de mudos, es que la acusación se haya hecho con las patas.
Alguno diría que con patas muy sucias. Porque se le acusa de “peculado”, un delito que no pudo haber realizado, según las leyes respectivas, porque nunca fue funcionario público.

Entonces, podemos imaginar siquiera que tenemos autoridades, o como quieran llamarlas, que no conocen las leyes. Para ser más exacta, el Artículo 256 del Código Penal de Quintana Roo.

Si hubiese maldad de pensamiento, habría que creer que fue intencional para que el juez le otorgase un amparo.

Mismo que, vaya usted a entender, no fue objeto de ninguna objeción por parte de la Fiscalía. No pidió la revisión del amparo. Punto.

Nosotros, usted y muchos más, le pagamos su sueldo a estas autoridades que mínimo debían conocer las leyes que nos rigen.

Edgar Méndez es uno más de los supuestos culpables que no han resultado tales. O que, como en el caso de Paula González Cetina, fueron sentenciados, pero no están en la cárcel. Total impunidad. Pero impunidad esta vez que viene de las propias autoridades.

Porque una ha sido la voluntad política del gobernador Carlos Joaquín, absolutamente impoluta, perfecta en su expresión, y otra muy distinta es la interpretación que se le ha dado en las entrañas de la Fiscalía.

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Si esto, tantas pifias, es responsabilidad de una persona, harían bien no solamente en correrla sino en fincarle responsabilidades legales, que las hay. Si se trata simplemente de una incapacidad colectiva, mejor que ni le busquen, mejor que ni sigan insistiendo en “fincarle responsabilidades” a ninguno. Mejor que no hagan pasar pena ajena al gobernador. Mejor que no sigan haciendo el ridículo.

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