Mundo.- Desde hace más de un año, un sencillo pero potente grafiti ha empezado a aparecer en las paredes de La Habana: “Necesitas ser feliz”. La frase, que podría parecer inocente, ha calado profundamente en la juventud cubana, invitando a la reflexión en un país marcado por la censura y la represión cultural.
El autor de esta provocadora inscripción es Mr. Sad, un sociólogo de 27 años que ha optado por mantenerse en el anonimato. Su objetivo no es solo dejar un mensaje positivo, sino también provocar una introspección sobre la identidad cubana en tiempos de crisis.
“Quiero generar un espejo para que las personas se pregunten qué tienen dentro”, comentó en entrevista con AFP.
En una sociedad donde predominan lemas revolucionarios como “Patria o muerte, venceremos”, el grafiti se ha convertido en una forma de rebeldía silenciosa. Mr. Sad, influenciado por la tradición visual de la propaganda cubana, ha querido que su mensaje sea un “imperativo amable”, un recordatorio que, con su simpleza, llama la atención de una población acostumbrada a los mensajes de autoridad.
La frase ha aparecido pintada en plazas, muros y vidrieras en desuso, y se ha reproducido en camisetas y pegatinas. Además de su impacto visual, el grafiti ha resonado profundamente en muchas personas, algunas de las cuales, según Mr. Sad, han compartido historias de cómo la frase les ayudó a tomar decisiones trascendentales, como enfrentar problemas de identidad o poner fin a relaciones abusivas.
El mensaje también inspiró a las cineastas cubanas Lilián Moncada y Erika Santana, quienes crearon un cortometraje titulado “Necesitas ser feliz”, presentado en la Bienal de La Habana. En la película, una mujer lucha con sus demonios internos, hasta que descubre que lo único que necesita escuchar es precisamente esa frase.
El grafiti de Mr. Sad, que ha encontrado un espacio en la vida cotidiana de muchos cubanos, no solo invita a la reflexión personal, sino que se ha convertido en un acto de resistencia en un país donde la censura y la vigilancia siguen siendo una constante. En su simplicidad, el mensaje de felicidad se ha convertido en una poderosa herramienta de rebelión y de autoafirmación para muchos jóvenes en Cuba.
