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23 abril, 2024

Mundo

Muere Gabriel Marshall, el niño con cáncer cuyo padre se tatuó una cicatriz como la suya

Hace casi tres años una imagen de Gabriel Marshall y su padre, Josh Marshall, removió los corazones de medio mundo: ambos posaban de perfil con dos cicatrices a primera vista idénticas en la cabeza. ¿La diferencia? La del niño era real, fruto de una operación por un tumor cerebral diagnosticado en 2015, la de su progenitor, un tatuaje.

Con ese gesto, Josh Marshall quiso brindar apoyo a su hijo y enseñarle que no hay que sentir vergüenza de las cicatrices y para que recuperase la confianza en sí mismo. Gabriel únicamente tenía 7 años cuando le detectaron el tumor que la semana pasada, finalmente, acabó con su vida.

El 1 de febrero, Marshall padre publicó varias fotos con Gabriel en Facebook, acompañadas de un largo texto de despedida (“te quiero, mi precioso hijo”, finaliza el post) y cuenta qué pasó durante los últimos días de la vida de su pequeño

 

“Tengo el corazón roto -reconoce- . No solo he perdido a mi hijo sino a mi mejor amigo”, y ha recordado el sufrimiento de Gabriel en la última semana y media de vida, cuando tuvo que acudir a urgencias porque se le paralizó la parte izquierda del cuepo. “Los días siguientes fueron un absoluto infierno”, ha reconocido en la publicación.

“Ni siquiera puedo empezar a describir exactamente cómo me siento”…”Tengo el corazón roto, no solo estoy perdiendo a mi hijo estoy perdiendo a mi mejor amigo”…”Gabriel estaba con mucho dolor la última semana y media, los días previos a esto fueron absolutamente un infierno!”…”Gabe me dijo unos días antes de “Papá, mi vida apesta” y no podía estar de acuerdo con él”

El lunes -recuerda- se levantó para ir a la consulta de su médico porque no se encontraba bien, pero el encuentro con su amigo Grady terminó animándolo y se pasó el día bromeando y riéndose. “Gabe me dijo que era el mejor viaje a Wichita que había hecho”, escribe su padre, recordando aquel momento feliz.

Camino a casa, después de haber comprado una pistola de juguete, Gabriel empezó a sentirse cansado. Se quedó dormido en el coche y, cuando su padre fue a despertarle, ya no abrió los ojos. 

FUENTE/EL UNIVERSAL

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