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noviembre 19, 2024

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La fiebre de Oropouche: una amenaza creciente y su nueva vía de transmisión

Mundo.- La fiebre de Oropouche, una infección viral transmitida por insectos, ha sido recientemente clasificada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como de “alto riesgo a nivel regional” en las Américas, debido a su rápida propagación. Este virus, conocido principalmente por ser transmitido a través de la picadura del Culicoides paraensis – un insecto comúnmente denominado jején-, ha comenzado a mostrar una nueva y preocupante forma de transmisión: la vía vertical, de madre a hijo durante la gestación.

Un avance clave en la comprensión del virus

En un importante estudio publicado en la revista New England Journal of Medicine (NEJM), investigadores brasileños confirmaron el primer caso documentado de transmisión vertical del virus de Oropouche. El estudio fue realizado por un equipo de 23 expertos de ocho instituciones brasileñas, lo que representa un hito en la investigación de esta enfermedad. La confirmación de esta nueva forma de transmisión ha generado alarma entre las autoridades sanitarias, pues implica que las mujeres embarazadas podrían estar en riesgo al estar expuestas al virus, incluso sin haber sido picadas por el insecto transmisor.

La doctora Silvia González Ayala, presidenta de la Sociedad Argentina de Infectología Pediátrica, advirtió a medios que la confirmación de la transmisión vertical del virus obliga a tomar precauciones adicionales.

“Es necesario alertar a las mujeres embarazadas, especialmente aquellas que se encuentren en zonas con brotes de fiebre Oropouche, ya que podrían estar expuestas a este riesgo. En países como Argentina, también podrían registrarse brotes debido a la presencia del insecto transmisor, el jején”, señaló la especialista.

El origen y expansión del virus

El virus de Oropouche fue identificado por primera vez en 1955, cuando se registró un caso en un trabajador de carbón con fiebre alta en la isla de Trinidad, en el Caribe. Desde entonces, ha causado brotes esporádicos en Sudamérica y el Caribe, pero en 2024, la situación cambió drásticamente. El virus se ha extendido a nuevas regiones de Brasil, en áreas previamente no endémicas, debido a la aparición de nuevas variantes genéticas del patógeno. La rapidez con que se están registrando infecciones en todo el país ha alarmado a las autoridades sanitarias, quienes observan con preocupación la evolución de la enfermedad.

Medidas de prevención recomendadas

Ante el aumento de los brotes epidémicos, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha emitido una serie de recomendaciones para contener la propagación del virus. Entre las medidas más destacadas se incluyen:

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  • Fortalecer la vigilancia entomológica: Es fundamental detectar y monitorear la presencia de Culicoides paraensis, el principal vector del virus. También se recomienda la identificación y eliminación de criaderos de insectos, especialmente aquellos donde se acumula agua.
  • Prácticas agrícolas preventivas: Mantener los alrededores limpios de residuos y maleza para evitar que los insectos encuentren refugio en áreas cercanas a viviendas y centros urbanos.
  • Uso de barreras físicas: Instalar mallas finas en puertas y ventanas para prevenir las picaduras de insectos. Además, el uso de mosquiteros impregnados con insecticida es especialmente importante para las personas vulnerables, como embarazadas y bebés.
  • Uso de repelentes: Se recomienda aplicar repelentes aprobados, como el DEET, en la piel expuesta y en la ropa, así como vestir ropa que cubra completamente el cuerpo, especialmente para quienes pasan tiempo al aire libre.
  • Educación y sensibilización: Informar a la población sobre los riesgos de la fiebre de Oropouche y las medidas preventivas a seguir es clave para reducir la propagación del virus, particularmente en zonas con brotes activos.

Un virus en expansión

La fiebre de Oropouche es un claro recordatorio de cómo las enfermedades transmitidas por insectos pueden expandirse rápidamente, afectando tanto a la salud pública como a las poblaciones vulnerables. Con la aparición de nuevas formas de transmisión, como la vertical, las autoridades sanitarias deben redoblar esfuerzos para contener el avance de este virus y proteger a las comunidades de su impacto.

La detección temprana, el control de los vectores y las medidas de prevención son fundamentales para mitigar el riesgo y reducir la propagación del virus. Las autoridades de salud en América Latina deben seguir de cerca la evolución de la fiebre de Oropouche, un patógeno que, por su rápida expansión, podría convertirse en una amenaza mayor para la región en los próximos años.

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