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28 marzo, 2024

México

“Sin maíz no hay país”, una planta sagrada para los mexicanos… y en peligro

Ciudad de México.- “Sin maíz no hay país”, se ha proclamado durante años no sólo en México, sino también en otros países latinoamericanos. El hombre está hecho de maíz, ya lo consignó el Popol Vuh, el libro más importante en la mitología maya.

El cereal no sólo es base de la alimentación mesoamericana y componente importante de la gastronomía mundial, por muchos es considerado también como “una planta sagrada”.

Adelita San Vicente Tello, maestra en Desarrollo Rural, y Margarita Tadeo Robledo, doctora en ciencias, coinciden en que el cereal, domesticado hace más de 10 mil años por habitantes de Mesoamérica, es el cultivo más significativo del país: de las 220 razas existentes, 64 tienen presencia en el territorio nacional y de ellas 59 son nativas, de acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).

“México es el centro de origen del maíz”, dicen con orgullo quienes se han dedicado por años al estudio del místico grano.

San Vicente Tello agrega que “el maíz no sólo es nuestro principal alimento, es una planta sagrada para nosotros los mexicanos y para los mesoamericanos. Somos hombres y mujeres de maíz que es la columna vertebral de nuestra civilización”.

Sin embargo, hace muchos años, el país perdió su soberanía alimentaria: se abandonó al campo, a sus campesinos, se olvidaron las tierras y los alimentos nutritivos que de ella emanan. Hoy, México importa más de 15 millones de toneladas de maíz, principalmente desde Estados Unidos.

Aún así, el cultivo está vivo, aclaran las especialistas consultadas por SinEmbargo: hay más de 1 millón 772 mil hectáreas de maíz grano blanco –destinado al consumo humano– sembradas en este momento en distintas partes de la República Mexicana, entre ellas Michoacán, San Luis Potosí, Sinaloa, Tamaulipas, Jalisco, Veracruz, Estado de México, Oaxaca, Chiapas y Guerreo, según datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), de junio pasado.

El 87 por ciento de la siembra total a nivel nacional corresponde a maíz blanco, con lo que se satisface totalmente la demanda del consumo de los mexicanos; en contraste, el cereal amarillo, que se utiliza en la industria y fabricación de alimentos para producción pecuaria, cubre únicamente el 24 por ciento de los requerimientos, por lo que el resto se compra en el país vecino del norte.

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“Somos deficitarios de maíz, pero no al grado de pensar en que se ha perdido, aunque México podría ser autosuficiente en la producción y para ello se requiere la implementación de apoyos al campo, programas y apoyos gubernamentales para los campesinos. Ya hemos sido en otros tiempos autosuficientes, entonces podemos producir todo el maíz que necesitamos”, afirma la doctora Tadeo Robledo.

Es un alimento muy importante en la dieta mexicana y puede ser preparado de 600 diversas formas: tortillas, tamales, corundas, sopes, huaraches, memelas, peneques, picadas, salbutes, panuchos, molotes, quesadillas, tostadas, tacos, tlacoyos y más.

Al pasar por la nixtamalización, el cereal es convertido en tortillas que son una gran fuente de calcio y aminoácidos, mientras el elote contiene altas cantidades de potasio y ácido fólico.

Transgénicos, otra amenaza para el maíz

Otro de los desafíos que ha sorteado el maíz, es la presencia de los transgénicos. Aunque desde 2016, el Segundo Tribunal Unitario en materias Civil y Administrativa ordenó a la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) abstenerse de otorgar permisos de liberación o siembra de maíz genéticamente modificado, los mexicanos sí consumimos el alimento transgénico.

“El maíz transgénico está entrando a la cadena alimenticia, lo cual es algo muy dramático porque si bien hemos podido parar la siembra de este maíz en nuestro país, ahora resulta que lo estamos consumiendo por las importaciones”, lamenta San Vicente Tello, quien es miembro de la Fundación Semillas de Vida.

Para muestra, un par de botones: hace algunos meses, la Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz de México (CNPAMM) aseguró que en 2017, el país importó 14.7 millones de toneladas de maíz amarillo de Estados Unidos, donde la tercera parte de la producción incluyó el cereal genéticamente modificado.

Además, un estudio liderado por la doctora María Elena Álvarez-Buylla, integrante fundadora de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, arrojó que el 90.4 por ciento de las tortillas que se consumen en México contienen maíz transgénico y 3 de cada 10, cierta cantidad de glifosato, un agrotóxico considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como probable cancerígeno.

“Es una planta vital para nosotros, pero también para el sistema alimentario mundial, para el modelo capitalista de alimentación por su versatilidad y por su adaptabilidad. Hay un sistema agroalimentario que nos ha sometido a comer lo mismo en todas partes del mundo. Por eso es también un cultivo en disputa”, apuntala, San Vicente Tello.

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En el mismo tenor, la doctora Tadeo Robledo, quien es además profesora de carrera en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuatitlán en la carrera de Ingeniería Agrícola, advierte que “las grandes corporaciones quieren introducir cultivos genéticamente modificados, variedades transgénicas que amenazan a nuestras variedades nativas”. Entre esas empresas se encuentran Monsanto- Bayer, DuPont, además de Syngenta y Pioneer.

Además del uso de transgénicos y el abandono al campo, ocurrido al tiempo que México signó –entre otros acuerdos mercantiles– el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, la apertura a la comida chatarra llegó para amenazar al maíz y otros cultivos saludables. La obligación de asegurar la alimentación de los mexicanos cayó en manos de empresas enfocadas en generar ganancias económicas, aún a costa de la salud de la población, señalan las estudiosas.

México paga una cara factura por la situación: 7 de cada 10 adultos y 3 de cada 10 niños y adolescentes viven con exceso de peso, según datos oficiales. Aunado a ello, cada año mueren 105 mil mexicanos a consecuencia de la diabetes mellitus tipo 2.

Fuente/sinembargo

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