* Denuncia una periodista una red de espionaje estatal en SLP
* Serán repatriado esta semana los activistas arrestados por Israel
* Fueron “cepillados” 6 reporteros de la fila principal
Juan R. Hernández / GRUPO CANTÓN
Ciudad de México.- Después de la fiesta del 5 de octubre, cuando el Zócalo fue un mar de banderas, pancartas y vítores por el primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum, este lunes Palacio Nacional volvió a la rutina. La algarabía dio paso a la normalidad de la conferencia matutina: los saludos cambiaron por reclamos, y el bullicio por el eco de las denuncias.
El arranque fue de alto voltaje. La periodista Anahí Torres, originaria de San Luis Potosí, tomó la palabra con voz firme para denunciar que el 2 de octubre fue interceptada por cuatro hombres armados fuera de su oficina. Señaló directamente al gobernador Ricardo Gallardo y al secretario de Gobierno, Guadalupe Torres Sánchez, de encabezar una campaña de intimidación y censura.
“Hicieron amenazas directas hacia mi persona y hacia dos periodistas más. Esto ocurrió tras publicar notas sobre una presunta red de espionaje estatal”, relató. “En San Luis Potosí vivimos en un ambiente de miedo, donde cuestionar al poder se ha vuelto un riesgo”, sentenció. La sala se tensó. La presidenta escuchó con atención y ordenó dar seguimiento al caso.
Las intervenciones posteriores fueron una carrera por el micrófono. La primera fila, casi siempre inamovible, amaneció rota: de los ocho lugares clásicos, seis quedaron “cepillados”, quizá por ajustes postgira o por simple azar. En el vaivén de preguntas y señas, un reportero protagonizó la nota chusca del día: lanzó cuatro preguntas consecutivas que resultaron ser cuatro batazos seguidos, quedando “prácticamente sin palabras”.
Entre las noticias relevantes, Sheinbaum informó que los connacionales que integraban la Flotilla Global Sumud, detenidos en aguas internacionales, serán repatriados esta semana. Sin adelantar fechas, aseguró que “todos están bien” y que las negociaciones con el gobierno de Israel avanzan. “El embajador está en contacto permanente con ellos; no hay motivo de alarma”, aclaró.
La parte cómica volvió cuando el reportero del moñito y el bigotito gritó entre risas que llevaba dos semanas sin preguntar. Otros colegas le respondieron a coro: “¡Yo llevo un mes!”, “¡Yo tres!”.
El ambiente, tenso y jocoso a la vez, se remató cuando una reportera de cabello rizado —tras semanas de espera— tomó el micrófono y soltó ocho preguntas seguidas, provocando un coro de reproches amistosos y risas nerviosas.
Así, tras la euforia del Zócalo, la mañanera volvió a su pulso cotidiano: entre denuncias graves y anécdotas pintorescas, entre el protocolo y la espontaneidad que hacen de Palacio Nacional un escenario político, periodístico… y, a veces, teatral.