• Suspende los actos públicos para atender la emergencia / Camina entre lodo, consuela a las víctimas y ordena apoyos / Un difícil fin de semana bajo las lluvias torrenciales
Juan R. Hernández / GRUPO CANTÓN
Ciudad de México.- El fin de semana del 11 y 12 de octubre de 2025 no fue de discursos, inauguraciones ni porras. La presidenta Claudia Sheinbaum dejó atrás el podio, el micrófono y la formalidad del traje sastre para ponerse la cachucha, el overol y las botas. Las lluvias atípicas que azotaron cinco estados del país la llevaron a modificar por completo su agenda y asumir, a pie tierra, el mando de las acciones de Protección Civil.
Desde el amanecer del viernes, Sheinbaum suspendió actos públicos y convocó a reuniones virtuales con los gobernadores de San Luis Potosí, Querétaro, Puebla, Veracruz e Hidalgo, las entidades más golpeadas por las tormentas “Jerry” y “Priscilla”. En pantalla, con rostro serio, escuchó reportes, pidió cifras y ordenó activar de inmediato los planes DN-III-E y Marina. “Lo primero es salvar vidas y restablecer comunicación”, instruyó a su gabinete de seguridad y protección civil.
Ese mismo día, anunció el inicio del censo de daños. “A nadie dejaremos desamparado”, escribió en sus redes, mientras ya se preparaba para salir al campo. El sábado, con el viento húmedo pegándole en el rostro, caminó por zonas inundadas de Veracruz, Puebla e Hidalgo. En Poza Rica, consoló a una mujer que perdió su casa y escuchó, sin protocolos, a quienes le pedían apoyo. En lugar de discursos, hubo apretones de mano, abrazos y órdenes rápidas: abrir caminos, habilitar refugios, distribuir víveres.
Su presencia contrastó con la devastación. Entre lodo, maquinaria pesada y uniformados del Ejército y la Marina, Sheinbaum recorrió carreteras fracturadas y comunidades aisladas, agradeciendo el trabajo de los más de 5,400 elementos desplegados. En cada punto, pedía informes, revisaba mapas y supervisaba el avance de los puentes aéreos para llevar alimentos a las zonas incomunicadas.
El domingo 12 tenía programada la inauguración de la Universidad Rosario Castellanos en Chalco, pero la suspendió sin titubeos. “Primero la gente, luego la ceremonia”, comentó a su equipo.
Así, entre lodo y lluvia, la presidenta cambió las porras por la organización, los actos por la acción. Un fin de semana que la mostró en modo operativo: sin reflectores, pero con botas. Porque cuando la emergencia llama, el protocolo cede paso a la empatía y al trabajo sobre el terreno.