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23 abril, 2024

Vivir Bien

Primer bosque flotante

Se han sembrado veinte olmos que sobrevivirán gracias a unas boyas gigantes .

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Agencias
CIUDAD DE MÉXICO

Los árboles son los pulmones del planeta, una fuente de alimento, una forma de combatir el Calentamiento Global, y por lo mismo, cualquier medida que considere plantarlos o cuidarlos, debería ser aplaudida.

Holanda es un país que, durante décadas, ha hecho del control de las mareas un arte.

Buena parte de su territorio se encuentra bajo el nivel del mar y el Plan Delta, una gigantesca obra de ingeniería levantada a base de diques y esclusas, que protege al país de inundaciones en temporadas de tormentas.

Solo en un lugar así podía echar raíces la idea de plantar un “bosque flotante”, que ha cobrado vida en una dársena sin uso comercial del puerto de Rotterdam, el más grande de Europa.

La idea original nació en la mente de Jorge Bakker, que en 2011 creó ‘En búsqueda del hábito’, una obra de arte que contenía varios árboles en miniatura que flotaban en un tanque de agua y buscaba que los habitantes de las ciudades reflexionaran sobre su relación con la naturaleza; después de esto, el fundador de la compañía Mothership, Jeroen Everaert, en 2012 se puso manos a la obra para levantar el primer bosque flotante de la historia.

COMIENZO DIFÍCIL

La primera situación difícil que tuvieron los creadores fue encontrar un tipo de árbol que sobreviviera al experimento, pues el agua salada que cae en las hojas de los árboles con los rayos del sol se forman agujeros. El olmo era el árbol que mejor aguantaba ese problema.

La segunda dificultad consistió en buscar unos soportes que aguantaran el peso de los árboles y flotaran al mismo tiempo. La empresa Mothership los encontró gracias a la compañía pública de aguas Rijkswaterstaat, que sustituyó unas boyas de acero que llevaban 20 años en el mar del Norte por otras sintéticas, dejando las primeras disponibles para el “bosque flotante”.

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Cada boya tiene debajo un tanque con una capacidad de 600 litros que serán rellenados cada tres meses, proveyendo a los árboles del agua dulce necesaria. Los olmos se mueven a merced de las tranquilas mareas del puerto en un perímetro de cinco metros a la redonda.

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