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20 abril, 2024

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Luis Campo, el liderazgo de un lobo

CANCÚN, Quintana Roo.- “¡Un Cancún que me ha dado todo! (…) en 1982 llegué con mis cuatro hijos y con mi camión torton lleno de muebles de bambú, mimbre, rattan y pino al destino, desde Cuernavaca, y me pongo a vender como ambulante en la avenida Cobá.

“En aquel entonces la antigua agencia de Volkswagen me rentó un lote y en una hora vendí todo lo que traía, pedí dos camiones más y al poco rato los vuelvo a vender, un fabricante con precios accesibles y los hoteles se llevaron todo”, recordó el empresario Luis Campo Lobo, quien en exclusiva para Quintana Roo Hoy abrió las puertas de sus oficinas para una amena charla.

La experiencia, actitud y optimismo es lo que define a Luis Campo Lobo, quien dejó Cuernavaca para radicar con todo y familia en Cancún: “Mientras otros negocios vendían un comedor por arriba de los mil pesos, yo la vendía en 140 pesos y a partir de ahí dije aquí vamos a poner lo que hace falta, todo esto era virgen (Cancún), faltaba mucho por hacer”, platicó el empresario.

Fue en este mismo año, mientras andaba en motocicletas con sus hijos que a uno de ellos se le ponchó una llanta y llegaron a buscar ayuda en Bonfil, ahí al ver tantos terrenos, Campo Lobo le preguntó a quien les apoyaba con la llanta quién vendía terrenos y el señor le respondió que él.

“Compré en Bonfil dos mil metros por ¡700 pesos!, y de ahí compre otros terrenos y otros hasta construir mi primera fábrica de muebles, bajo la razón social Bazar Lobo y La Caperucita”.

Pero eso no fue todo y es que Campo Lobo, con una visión más amplia, compró además varias casas de interés social en Lombardo Toledano, ya que había decidido traerse a 22 trabajadores con sus respectivas familias, para levantar rápidamente la mueblería; además de que se expandió como empresario, porque luego vinieron las tiendas de conveniencia ubicadas en la Zona Hotelera y diferentes departamentos que los usaba para rentar.

El huracán “Gilberto” en 1988 arrasó con la fábrica de muebles en Bonfil, pero esto no fue obstáculo para el empresario, ya que decidió hablar con sus inquilinos de los departamentos que rentaba para pedirles que sacaran sus vehículos para meter en los respetivos garajes los muebles que se podían rescatar.

“Con el paso del huracán el seguro no me pagó nada, yo tenía un edifico de departamentos en Bonampak, les dije a mis inquilinos que por causa y fuerza mayor tenían que sacar sus carros pero les puse dos veladores; en ese lugar puse el primer hospital de muebles, usé mis remolques y puse publicidad, mientras unas personas se fueron huyendo del huracán yo al contrario di más de 250 empleos”, expresó.

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Los años pasaron y con ellos, sus hijos crecieron, por lo que Luis Campo recuerda que se metían en cada problema con sus amigos por las hijas de éstos, que decidió llevarse a su familia a California, estando allá vendió su fábrica de muebles y compró una gasera, dos años después decidió volver a Cancún.

EL SUEÑO ‘RECARGADO’

“Recuerdo que al volver al destino, la pregunta fue: ¿ahora qué vamos hacer?”, por lo que comenzó a correr carros areneros con varios amigos, entre ellos Erick Figueroa, Guillermo Silva, Jorge Carrillo, entre otros más.

El sueño de correr carros nunca lo olvidó, por lo que hicieron una pista de tierra para seguir con su hobby favorito que en su momento fue prestado por Orlando Arroyo, gerente de ventas del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), en donde pasaban horas jugando.

“Era muy divertido porque todo mundo nos conocíamos, jugábamos entre amigos, hicimos en ese lugar unas gradas de madera y una palapa y ahí nos divertíamos, eran 30 areneros y bochos y como los gerentes de hoteles también venían a jugar, pues en sus hoteles hacíamos las premiaciones”, recordó.

Tiempo después, en el terreno en donde pasaban horas disfrutando correr autos se les pidió que lo dejaran para un proyecto de un tiradero, pero eso no fue impedimento para que Campo Lobo continuará con el sueño, más aún fue el impulso para instalar el Autódromo de Cancún.

El empresario juntó a todos los ejidatarios de Bonfil de 1989 y en medio de una fiesta que él mismo organizó buscó quien le vendiera terrenos para realizar su pista de motocross y carros; recuerda que compró más de 30 terrenos solo, ya que ninguno de sus amigos quiso participar con él, por lo que comenzó a arreglar el lugar.

Tiempo después buscó a su amigo Mauricio Maya, fundador y primer presidente de la Federación Mexicana de Automovilismo, para que le recomendara a algún arquitecto y fue entonces que Jorge Rodríguez, quien hizo la remodelación del Autódromo Hermanos Rodríguez en la Ciudad de México, diseñó el de Cancún.

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Ya para los años 90, el Autódromo de Cancún estaba listo: un complejo para carreras automovilistas, motos, go-karts, entre otros.

Un Aeroshow ‘vivo’

Ante la repentina muerte del fundador del Aeroshow, Eduardo Toledo, Luis Campo Lobo está dispuesto a seguir con el evento que el fallecido empresario trabajó por varios años.

“El señor Toledo trabajó por muchos años por este evento internacional y no podemos dejarlo en el olvido; yo estoy dispuesto a trabajar con los hijos del señor para que siga ‘vivo’ el show, es un legado que nos dejó y que debe continuar”.(Alejandra Vázquez/QUINTANA ROO HOY)

 

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