Espectáculos.- La música mexicana y el espectáculo vivieron un día de luto tras el fallecimiento de Francisca Viveros Barradas, mejor conocida como Paquita la del Barrio. La icónica cantante veracruzana, famosa por canciones como “Rata de dos patas” y “Tres veces te engañé”, murió a los 77 años, dejando un legado imborrable en la música ranchera. Sin embargo, su vida no solo estuvo marcada por su carrera, sino también por un episodio muy peculiar con el Servicio de Administración Tributaria (SAT), que la llevó de la cárcel a convertirse en una inesperada aliada del fisco mexicano.
Un episodio con el SAT que dejó huella
El 1 de diciembre de 2006, Paquita la del Barrio fue detenida por agentes de la extinta Agencia Federal de Investigaciones (AFI) acusada de defraudación fiscal equiparada, luego de que se descubriera que debía 1.5 millones de pesos al SAT. Este incidente marcó un giro inesperado en su vida, y Paquita pasó una noche en el Reclusorio Femenil de Santa Martha Acatitla antes de salir en libertad al día siguiente tras pagar su fianza. Aunque no se conocieron detalles exactos del acuerdo alcanzado con el SAT, los registros indican que logró resolver su adeudo.
Cuando Paquita cantó al SAT
Lo más sorprendente de este capítulo fue lo que ocurrió casi un año después: Paquita la del Barrio grabó tres spots de radio para el SAT. En estos anuncios, la cantante no solo invitaba a la gente a cumplir con sus obligaciones fiscales, sino que también manifestaba su propio proceso de perdón por parte de las autoridades. Aunque Paquita nunca cobró por estos comerciales, su participación en la campaña fue vista como parte del acuerdo alcanzado con el fisco.
El perdón final del SAT
En un giro aún más inesperado, en 2015, Paquita la del Barrio fue beneficiada por una condonación de impuestos que le perdonó más de 250 mil pesos en multas. A pesar de este final más positivo, la cantante nunca dejó de recordar la difícil experiencia vivida durante su proceso legal y la relación tensa con el SAT. Sin embargo, Paquita prefería mantener en misterio los detalles de su paso por las rejas, evitando hablar abiertamente sobre lo sucedido.
