Jocelyn Díaz / Grupo Cantón
Cancún.- Por las sendas iluminadas con cientos de velas y adornadas con flores de cempasúchil del Parque Xcaret, la edición 19 del Festival de Tradiciones de Vida y Muerte despierta todos los sentidos.
Este año, Michoacán es el estado invitado, y su presencia se siente en cada rincón: desde la leyenda purépecha de la mariposa monarca, que marca el regreso de las almas en Día de Muertos, hasta los aromas que flotan en el aire, mezclando historia, memoria y sabor.
Al caminar por los pasillos, catrinas y catrines de distintas nacionalidades posan entre flores y altares, mientras los visitantes se dejan seducir por los olores de la auténtica gastronomía michoacana.
Carnitas que crujen al morder, charales fritos, mole de queso, una receta sin carne que surgió como alternativa en tiempos de escasez o días religiosos, donde el queso añejo se convierte en protagonista, gorditas de frijol, corundas agucatas, tamales de trigo y refrescantes aguas de obispo y nurite.
El atápakua de carne de puerco, cuyo nombre significa “guiso nutritivo que sustenta la vida”, se sirve como símbolo de memoria y comunidad en funerales, recordándonos la resistencia cultural que perdura en cada receta. Todas estas delicias son elaboradas con dedicación por cocineras tradicionales de Michoacán, guardianas del sabor y la historia.
El pabellón artesanal, por su parte, ofrece un recorrido visual por el corazón de este milenario estado: el cobre trabajado a mano, la alfarería de Capula, los bordados de Santa Cruz, las guitarras de Paracho y otras piezas que celebran la riqueza cultural y artística de Michoacán.
La parte artística del festival brilla durante cuatro días con talentos como la Orquesta Regional Mintsita P’urépecha, los bailadores Califra de Arteaga acompañados del Conjunto de Arpa Grande Alma de Apatzingán, y el virtuoso guitarrista Abel García en el espectáculo Kutsï – Guitarra – Sapichu.
Todo esto se combina con el talento local yucateco y con invitados internacionales, como la compañía española Yllana Producciones, quienes hicieron reír y maravillar al público con su show Maestrísimo, demostrando virtuosismo y humor al tocar el violín.
Así, entre colores, aromas, música y tradición, Xcaret se convierte en un escenario de multiculturalidad con alma purépecha, celebrando la riqueza de las tradiciones mexicanas y recordándonos que el Día de Muertos es mucho más que una festividad: es memoria, comunidad y vida compartida.