Javier A. Cervantes / Grupo Cantón
Cancún.- La Llorona, una de las leyendas más emblemáticas de México y América Latina, tiene sus raíces en la fusión de tradiciones prehispánicas y coloniales. Su historia, transmitida de generación en generación, refleja tragedia, culpa y la riqueza cultural del país.
Investigadores señalan que la figura podría originarse en la mitología mexica, relacionada con la diosa Cihuacóatl, quien se aparecía llorando por sus hijos muertos y anunciaba desgracias.
Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, el mito se transformó: surgió la versión de María, una mujer que, abandonada por su esposo o amante, ahogó a sus hijos y quedó condenada a vagar eternamente por ríos y lagos, llorando su pérdida.
A lo largo de los siglos, la leyenda se adaptó a diversas regiones de México.
En Veracruz y Oaxaca, por ejemplo, se la representa vestida de blanco, lamentándose cerca de cuerpos de agua; mientras que en el norte del país se enfatizan castigos sobrenaturales más severos.
Durante la época colonial, la historia también funcionó como cuento moral, alertando a las familias y a los niños sobre los peligros del descuido y reforzando normas sociales.
Durante el siglo XX, la leyenda se incorporó a la cultura popular, canciones tradicionales (“La Llorona”), literatura y cine, manteniendo su función de advertencia y de símbolo de la culpa y pérdida.
Hoy en día, La Llorona sigue vigente en la cultura popular: aparece en canciones tradicionales, literatura, cine y relatos orales.
Más allá del miedo que provoca, representa un símbolo de tragedia, maternidad perdida y mezcla cultural, recordando la compleja historia de México y la transmisión de sus valores y advertencias a lo largo de los siglos.