Javier A. Cervantes / Grupo Cantón
Cancún.- México está lleno de lugares donde el tiempo parece haberse detenido.
Pueblos mineros, haciendas, hospitales y cines que alguna vez fueron símbolo de progreso, hoy permanecen vacíos, cubiertos por el polvo y la vegetación.
Cada rincón abandonado cuenta una historia: de esplendor, tragedia o simple olvido.
Entre los pueblos fantasma más conocidos destaca Real de Catorce, en San Luis Potosí, un antiguo centro minero fundado en el siglo XVIII que colapsó tras la caída del precio de la plata. Su arquitectura colonial y su aire místico lo han convertido en un destino turístico y cinematográfico.
Algo similar ocurrió en Mineral de Pozos, Guanajuato, que pasó del auge al abandono tras el cierre de sus minas, y hoy revive como pueblo mágico lleno de ruinas y túneles.
En las ciudades también abundan historias de abandono.
En la Ciudad de México, el Hotel Posada del Sol, construido en los años 40, nunca abrió oficialmente sus puertas y se convirtió en una de las construcciones más enigmáticas de la capital.
Lo mismo ocurre con el Cine Ópera, inaugurado en 1949, que tras décadas de gloria artística hoy permanece cerrado y cubierto de polvo, con los murales originales resistiendo al paso del tiempo.
Otro sitio envuelto en misterio es el Hospital Juárez Viejo, cuyos restos sobrevivieron al terremoto de 1985. Sus pasillos vacíos son considerados uno de los lugares más “embrujados” de la capital.
En Puebla, la Fábrica Textil La Constancia Mexicana, primera en su tipo en América Latina, mezcla historia industrial y ruinas que atraen a fotógrafos y exploradores urbanos.
En los márgenes de la modernidad también perviven sitios cargados de leyenda, como la Isla de las Muñecas en Xochimilco, donde cientos de muñecas cuelgan entre los árboles, o las exhaciendas de Toxpan y Santa María Regla, que combinan belleza arquitectónica y abandono.
Detrás de estos lugares hay causas comunes: crisis económicas, desastres naturales, agotamiento de recursos o migración.
Muchos fueron abandonados durante la Revolución Mexicana o por el cierre de minas e industrias, dejando a su paso historias de vida y muerte, de riqueza y ruina.
Hoy, estos espacios olvidados no solo son testimonio del paso del tiempo, sino también símbolos de identidad y memoria.
Fotógrafos, cineastas y viajeros los recorren buscando capturar el eco de lo que alguna vez fueron, recordando que, incluso en el silencio, México sigue contando su historia.