Jocelyn Díaz / Grupo Cantón
Quintana Roo.- La noche comienza mucho antes de que se abra el telón. En la quietud elegante de la selva de la Riviera Maya, un sendero iluminado conduce hacia un universo donde lo real y lo fantástico se entrelazan sin esfuerzo.
Así recibe Joyá, la única residencia de Cirque du Soleil fuera de Estados Unidos, que celebra un año más de vida artística con un espectáculo renovado y una experiencia sensorial que, desde 2014, ha conquistado a miles de espectadores.
El encanto inicia incluso antes de llegar al Teatro Vidanta. Los anfitriones reciben a cada familia con una calidez que rompe la frontera entre visitante y protagonista, mientras el entorno, prepara el espíritu para lo que está por venir.
El recinto, bello por fuera y aún más cautivante por dentro, fue creado para que la historia de Joyá y su abuelo, un sabio alquimista, se viva a unos cuantos pasos de distancia. Aquí no hay espectadores pasivos: hay viajeros que se sumergen en una travesía donde seres luminosos, acróbatas y criaturas imposibles parecen respirar el mismo aire que el público.
El viaje se afina con la cena gourmet, un ritual que adelanta lo que sucederá minutos después en el escenario. Cada plato es una declaración estética y sensorial, una extensión del universo mágico de JOYÁ. Sabores inesperados, texturas cuidadas y presentaciones que juegan con la imaginación acompañan un espectáculo que no solo se ve y se escucha: se saborea. Entre cada movimiento circense y cada transición musical, la experiencia culinaria reafirma que aquí todos los sentidos son invitados de honor.
En este aniversario, Joyá celebra con novedades. El primer acto ha sido renovado y, como si la alquimia del abuelo de Joyá hubiera cruzado las páginas del libro, nuevos acróbatas de talla mundial se suman al relato: especialistas en aros que desafían la gravedad con precisión milimétrica, músicos que sostienen el pulso emocional de la historia y voces que elevan la atmósfera a un territorio casi onírico. La suma de estos talentos refresca el espectáculo sin perder su esencia, recordando que la magia del Cirque du Soleil también reside en su capacidad de reinventarse.
Este nuevo impulso augura un camino prolongado para la residencia en México, consolidando a Joyá como una de las experiencias culturales y turísticas más importantes de la región. Para locales y visitantes internacionales, cada función sigue siendo una invitación a un mundo donde la fantasía se vuelve tangible, la gastronomía se convierte en arte y la noche, inevitablemente, en memoria.
Así, entre luces, aromas y acrobacias que desafían toda lógica, Cirque du Soleil celebra un año más en la Riviera Maya: un aniversario que sabe a renovación, a celebración y a la promesa de que aún quedan muchas historias por contarse bajo este mágico mundo.