Cultura

Cempasúchil: la flor que une tradición, ciencia y salud

Redacción / Grupo Cantón

Más allá de su papel simbólico en el Día de Muertos, la flor de cempasúchil posee propiedades digestivas, antimicrobianas y antiinflamatorias que la medicina moderna ha comenzado a reconocer.

La flor de cempasúchil, símbolo por excelencia del Día de Muertos, no solo adorna los altares con su característico color dorado y su fragancia, sino que también guarda un importante legado medicinal. Desde tiempos prehispánicos, esta planta —conocida en náhuatl como Cempoalxóchitl, “flor de veinte pétalos”— ha sido empleada por sus propiedades curativas, y hoy la ciencia moderna confirma muchos de los beneficios que la medicina tradicional mexicana le atribuye.

Originaria de México, el Tagetes erecta contiene en sus pétalos, hojas y aceites esenciales compuestos bioactivos con efectos digestivos, antimicrobianos y antiinflamatorios. Desde hace siglos, se prepara en infusión para aliviar cólicos, indigestión o diarrea, gracias a que estimula la secreción de jugos gástricos y favorece una digestión más eficiente. Además, el té de sus flores se emplea para reducir la inflamación abdominal y los gases, convirtiéndose en un remedio natural ampliamente usado.

Investigaciones recientes han demostrado que los extractos del cempasúchil poseen actividad antimicrobiana frente a bacterias como Escherichia coli y Staphylococcus aureus, lo que respalda su uso tradicional como desinfectante o tratamiento para infecciones intestinales leves y heridas superficiales. También destaca su capacidad antiinflamatoria, por lo que en comunidades rurales se utilizan infusiones o cataplasmas de la flor para aliviar irritaciones cutáneas, golpes o llagas.

El cempasúchil puede aprovecharse en infusión o de forma tópica, siempre que provenga de cultivos libres de pesticidas y se consuma con moderación. Así, esta flor emblemática no solo representa el vínculo espiritual con los seres queridos en la tradición mexicana, sino también un legado botánico que une sabiduría ancestral y evidencia científica, reafirmando su valor como tesoro cultural y medicinal de México.

Publicado por
Daniela Balbuena
Etiquetas: CulturaMéxico