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18 abril, 2024

Cancún

Encuestas al mejor postor

Pesquisas manipuladas para favorecer a quien las paga; desorientan y mal informan al electorado.

Encuestas-(1)

Jazmín Ramos
CANCÚN, Q. Roo

Durante los proceso electorales las encuestas sobre la intención del voto, se han convertido en herramientas prioritarias en  las campañas, sin embargo más allá de ser un instrumento de medición que abone a la democracia, suelen ser usadas para desorientar y mal informar al electorado, ya que la mayoría de estos sondeos son manipulados para favorecer a quienes los pagan.

En sí, los ejercicios de medición, buscan conocer el sentir de la opinión pública sobre un determinado tema y en los periodos comiciales, la idea es saber el posicionamiento de un partido político o de los candidatos entre los electores.

Al respecto, el especialista en marketing político, Sergio Juárez Manzo, argumentó que ante los intereses de quienes pagan las encuestas, éstas se han desvirtuado y han perdido credibilidad, al fungir como un instrumento más de la competencia electoral, tal y como sucedió en los comicios federales del 2012, donde la manipulación se hizo presente.

“Hubo encuestas que posicionaron a Enrique Peña Nieto, sobre Manuel López Obrador, hasta con 20 puntos de diferencia, cuando de acuerdo al cómputo oficial del entonces Instituto Federal Electoral (IFE), ganó con solo siete dígitos arriba, no obstante durante todo el proceso comicial se desorientó al electorado con cifras alegres”.

Mencionó que, las encuestas pueden abonar a la democracia siempre y cuando las empresas que las realizan no se presten al juego político y estén basadas en una adecuada metodología, lo cual lamentablemente se ha perdido.

Dijo que, estos ejercicios de medición comenzaron a popularizarse en la década de los 90´s, las cuales tenían una función técnica, además eran restringidos únicamente a los encuestadores o como una auxiliar gubernamental, sin embargo ahora son un asunto electorero al servicio de los partidos políticos y los candidatos.

En ese sentido, el sociólogo Martín Navarrete Gómez, comentó que ante la apertura en la información debido al uso de las nuevas tecnologías, los métodos de medición se convirtieron en un asunto publicó de relevancia para la ciudadanía, pero con esta apertura, se ha caído en los excesos, ya que la información se puede tergiversar con base a los intereses políticos.

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“Durante los procesos electorales se desatan guerras de encuestas, en donde paradójicamente los partidos políticos que las dan a conocer posicionan con el mayor porcentaje a sus candidatos, mientras los adversarios hacen los propio, desorientando y confundiendo al electorado”.

Comentó que, ante este juego político al que se han prestado las empresas encargadas de estos sondeos, no hay certeza sobre la información que se difunde sobre la tendencia del voto.

Por su parte el representante en México del Centro Latinoamericano de Estudios de Opinión (CLEO), Carlos Gordoa Palma, comentó que desgraciadamente hay empresas que se contrata para manipular información, porque así se lo requieren los partidos políticos y los candidatos, con el fin de influir en los resultados comiciales.

“En los proceso electorales fluye mucha información manipulada, porque de esa forma le conviene a los actores políticos, para ello recurren a empresas que brindan datos que no son confiables, es decir no trabajan con información que parte de la verdad, sino que se elaboran basados en el interés de quienes los contratan, entonces se engaña al electorado”.

Gordoa Palma, mencionó si bien no todas las encuestas son tendenciosas, lo cierto es que actualmente ese es el juego a la cual han entrado todos los que aspiran a un puesto de elección popular, basan su campaña en datos falso, en lugar de trabajar la elección a partir de la verdad.

Ante ello, consideró que las autoridades comiciales deben sancionar a las empresas que difundan información manipulada, ya que estas se prestan al engaño y lejos de coadyuvar a la democracia se desinforma a los electores.

Las cuchareadas

La locución “cuchareadas” está por imponerse como la palabra que identificará históricamente a las más recientes elecciones.

Aunque la verdad de las cosas el término cucharear significa sacar con cuchara, lo correcto sería cucharetear que significa revolver el contenido de una olla o cazuela con la cuchara o bien escalfar que se dice cocer en agua hirviendo los huevos sin la cáscara.

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Sea lo que sea, se ha repetido hasta el cansancio, que las encuestas están cuchareadas, con lo que se dice que los sondeos que se realizaban día con día no corresponden a la realidad los que contrariamente son maquillados para dar la falsa impresión de que uno de los candidatos encabeza las preferencias.

Los resultados finales ponen al descubierto la maniobra. Todo va dirigido a descalificar una candidatura, y motivar un resultado que a cualquier costo se pretende conseguir de motivar a los votantes para que entendieran que el candidato X se llevaría el triunfo y era por el que había que votar.

Es para desmoralizar a cualquiera que participe de buena fe en la justa electoral. En efecto, los que saben de estos asuntos, manifiestan: “Si se toma como promedio un margen de error de 3 por ciento, de acuerdo con la metodología declarada por las propias casas encuestadoras casi ninguna acertó a la franja de certidumbre no sólo por lo que se refiere a las votaciones obtenidas por cada candidato sino, sobre todo, por los márgenes de diferencia entre unos y otros”. El Programa de Resultados Electorales Preliminares hizo evidente que las cifras ahí reflejadas no tenían nada que ver con las tendencias que manejaron las encuestas. De lo que se desprende que hubo una total inoperancia de las encuestadoras, válidas si se trató de errores humanos, repudiables si se hicieron con un propósito avieso.

En el salón de sesiones de la Cámara de Diputados deberíamos borrar la frase La Patria es Primero pronunciada por Vicente Guerrero. Los historiadores nos dicen que el Virrey Apodaca le ofreció el indulto para que el insurgente depusiera las armas, negándose a hacerlo pronunciando la famosa frase.

En fin, qué lejos está la gran mayoría de los políticos mexicanos del pensamiento del benemérito.

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