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28 marzo, 2024

Vivir Bien

Resiliencia: la capacidad de luchar con la adversidad

Ma Elena Castro Sariñana/Mail: apoyo@mariaelenacastro

CANCÚN, Quintana Roo.- Personalmente he trabajado la noción de resiliencia desde hace más de 25 años, y no deja de sorprenderme la fuerza demostrativa que tiene en la vivencia de las personas que logran superar la adversidad.

Una de sus grandes aplicaciones es permitir mirar de otra manera nuestras vulnerabilidades. La resiliencia hace posible mirar a la vulnerabilidad ya no desde la carencia, sino desde la fuerza que la propia vulnerabilidad nos otorga. Este concepto surgió después de la Segunda Guerra Mundial, con las experiencias que se tuvieron al estudiar a sobrevivientes de los campos de concentración. Algunas personas sucumbían al trauma y, por el contrario, otras paradójicamente salían fortalecidas.

Se diferencia a la resiliencia del concepto de resistencia, en el sentido de que no es que una persona resista la adversidad estoicamente, no es que los golpes de la vida “se aguanten”; es más bien un componente de flexibilidad lo que caracteriza a la resiliencia, flexibilidad que permite utilizar al máximo los recursos personales y externos.

Recibir el golpe y no deformarnos es la capacidad de “resiliar”, es decir la capacidad de tomar fuerza y recuperarnos. Ha sido comparada con el paso hacia atrás que en un momento dado hacen los luchadores para tomar fuerza y avanzar.

Se han usado todo tipo de metáforas para expresar esta capacidad. Por ejemplo, la del bambú que frente a un fuerte viento se dobla, pero no se quiebra y vuelve a su estado original. Hay quien compara a este proceso, con un tejido.

Por un lado, de la resistencia y características del hilo y/o del estambre que se utilice en el tejido depende su fuerza, lo cual se compararía con el individuo mismo y sus vivencias y características; sin embargo, una aparente debilidad en dicho estambre, puede ser muy bien compensada, por la relación entre dichos hilos, por la manera en que se entretejen y se vinculan para formar un tejido que soporte y resista.

Es decir, en la relación con otros, en el vínculo que formamos, principalmente en la infancia, (pero también en cualquier época de nuestra vida), reside la capacidad de formar este tejido que nos soporta durante la adversidad.

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Cierra tus ojos y reflexiona en esos hilos fuertes o débiles tuyos, que se han entretejido con tu vínculo con los demás, toma conciencia de todo eso que has recibido y que te ha fortalecido, ponle imagen, color, sabor a tu propia resiliencia, quizá es una cascada que cae con fuerza, o una montaña solida o un océano que va y viene renovándose rítmicamente o lo que tu imagines, y así una vez que ya tienes la imagen de tu propia resiliencia, atesora esa imagen dentro de ti a manera de “chimalli”, tu escudo protector frente a tus adversidades.

Consúltame si quieres saber un poco más: www.marialenacastro.com

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