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18 abril, 2024

Astillero

Venezuela como ardid contra AMLO

Una de las líneas centrales de la propaganda y la retórica priistas contra Andrés Manuel López Obrador ( AMLO ) consiste en relacionarlo con Venezuela y sus dirigentes socialistas, el difunto Hugo Chávez y el persistente Nicolás Maduro. Dicha asociación forzada es una variante del “López Obrador, un peligro para México” que la derecha y sus aliados enderezaron en 2006 contra el político tabasqueño.

El intento de “venezolizar” el tema de Morena, y de su máximo líder y virtual candidato presidencial por tercera ocasión, pretende sembrar el miedo de los votantes a escenarios políticos e ideológicos de los que López Obrador está muy distante, más cargado, en esas comparaciones, a la derecha que a la izquierda, deseoso de modulaciones pero no de revoluciones, cargado de acompañantes lejanos de los perfiles preferidos por los mandos de Caracas.

Pero los publicistas del PRI consideran que el manejo de esa línea propagandística podría bajar las tendencias de voto favorable a AMLO y, en esa tesitura, han aparecido pintas en calles venezolanas.

No se le está dando con facilidad a José Antonio Meade Kuribreña el tránsito de las sutiles prácticas diplomáticas, hacendarias y suministradoras de beneficios asistenciales, en las que se ha especializado, hacia la rudeza de la confrontación política. Ayer, en Querétaro, por ejemplo, se lanzó contra Javier Corral Jurado, el gobernador panista que ha denunciado represalias contra su administración chihuahuense por haber dado a conocer detalles de triangulaciones delictivas de dinero federal a campañas electorales priistas.
Como si no hubiera una veintena de recientes exgobernadores priistas involucrados en graves hechos de corrupción, uno de ellos César Duarte Jáquez, el antecesor de Corral en Chihuahua que, entre otros detalles se hizo de un banco utilizando fondos estatales para depositarlos en esa empresa, o como si no estuviera poblada la geografía mexicana de abusos criminales por parte de estructuras de gobierno, Meade pareció enterarse por primera vez de detalles negativos de un político mexicano: “vemos en este país, por primera vez en muchos años, a un gobernador que tortura (…) vemos por primera vez en el país a un gobernador que engaña, vemos a un gobernador que en Chihuahua se le multiplicó por cuatro la inseguridad y que cada vez que tiene problemas, inventa y confronta”.

¿Corral, un gobernador que tortura? Bueno, se defendió Meade diciendo que tal fue lo que leyó en los periódicos, por lo que “debe ser cierto”.

No suena sensato en voz de un candidato priista el denunciar como novedosas las presuntas características de un adversario que a la vez son distintivas de las élites del priismo y sus aliados. Ver la paja en la Chihuahua ajena, y no la viga en el historial priista y gubernamental que le es propio, es una exageración evidente de Meade, que al disparar discursivamente con tal desproporción contra Javier Corral pareciera dejar testimonio de que lo difundido en Chihuahua ha enardecido a las cúpulas del gobierno federal.

Javier Lozano Alarcón renunció ayer a Acción Nacional, como parte del proceso de extinción de expectativas satisfactorias del calderonismo en ese partido. Ya antes Margarita Zavala Gómez del Campo había dejado esta histórica organización de derecha, derrotada en su intento de ser candidata presidencial por la vía partidista.

Su esposo, Felipe Calderón Hinojosa, habrá de abandonar también al PAN, en el momento que crea que pueda hacer más daño al segundo verdugo del calderonismo, Ricardo Anaya, pues el primero fue Gustavo Madero, quien llegó a la presidencia del partido de blanco y azul en diciembre de 2010, con Calderón instalado en Los Pinos y, desde entonces, ese calderonismo apenas ha podido ganar algunas posiciones de consolación, entre ellas el puñado de senadurías facciosas de las cuales una fue para Lozano Alarcón, quien había renunciado al PRI en 2005, para ocupar en el sexenio represivo y sangriento (2006-2012) la secretaría del trabajo y la previsión social, ejercida esta cartera con tozudez operativa y ánimo de constante pendencia política.

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Otros de esos senadores calderonistas, como Ernesto Cordero y Roberto Gil Zuarth, deberían seguir, por congruencia, el camino de Lozano Alarcón, confrontados como están con Ricardo Anaya.

Una ironía que denota la cada vez más evidente inviabilidad política de Margarita Zavala es que, al menos Lozano, pareciera claramente enfilado no hacia las filas de la aspirante a candidata independiente sino a las del abanderado del PRI, José Antonio Meade.

En realidad, la priista es la única opción práctica que le queda a ese calderonismo minoritario en la estructura decisoria del PAN y sin una base social verdadera. Con Meade, en una especie de apartado “ciudadano”, podrá acabar la corriente encabezada por Felipe Calderón, en busca de cargos en un eventual gabinete y candidaturas mediante alianzas con el priismo tan necesitado de recibir, así sea de forma indirecta (“solo con el voto” o “mediante Twitter”), a prosélitos tácticamente descarriados, como el cantado caso de Lozano Alarcón (quien fue subsecretario en SCT y Gobernación, durante el zedillismo, y vocero del PRI y de la campaña presidencial de Francisco Labastida Ochoa).

Astillas: A la hora de cerrar esta columna todo parecía listo para que hoy se consume la salida de Miguel Ángel Osorio Chong de la secretaría de Gobernación, para luego ser candidato priista a senador.

Ayer, dio una especie de despedida, con la instalación de una estatua de Benito Juárez en las oficinas de Bucareli como referencia para elogiar a los empleados y mandos de esa secretaría (y, en realidad, a su propia gestión como secretario)

… Miguel Ángel Yunes Linares, actual gobernador de Veracruz, padre del precandidato a sucederle, Miguel Ángel Yunes Márquez, y del presidente municipal de Veracruz, Fernando Yunes Márquez, insiste en retar a AMLO a debatir sobre honestidad política… ¡Hasta mañana!

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