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19 abril, 2024

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Una agenda común (2)

Con el acuerpamiento tan disímbolo que se amalgamó en torno a la candidatura de Carlos Joaquin González y la atropellada dinámica propia de una acuerdo electoral ex profeso, construido con el objetivo principal de ganar la gubernatura, era poco probable que de buenas a primeras se establecieran los puntos básicos de encuentro y coincidencia programática y de gobierno entre los grupos políticos principales.

Considérese, además, que el peso principal del liderazgo de este proceso de cambio (hacia la sociedad y hacia los grupos políticos y de interés) surgió de un hartazgo ciudadano, si, pero tomó forma a raíz de una ruptura priista para la ocasión; el grupo político que lo encarna estuvo bajo asedio pero en jaloneo interno permanente; lo arroparon dos partidos distintos y distantes qué electoralmente estaban a la baja; se sumaron personalidades y expresiones políticas dispersas, y la gama de causas y demandas por satisfacer era muy compleja.

Así, una vez obtenido el resultado deseado, se presentó la oportunidad de pasar de la alianza electoral al compromiso para armar un gobierno de coalición. Dicho con toda claridad: cubrir el vértice básico para los acuerdos de participación en el gobierno que dejara claro los puntos de coincidencia, los que no, las prioridades reales definidas en función de las condiciones presupuestales y de la demanda ciudadana, utilizando a la política como el arte de lo posible.

En síntesis, precisar a los ojos de todo mundo, sin pie para los equívocos, los puntos conciliatorios que le dieran contenido a una agenda común. Lamentablemente, la atención principal se ha puesto en otros temas. Esta es la parte más débil que se percibe del proceso y, tal vez, la causa que está en el fondo de las expresiones de desaliento y decepción a las que hemos hecho referencia.

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