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Naomi Pozo, pasión por el judo heredada de su padre

Pedro Torres / Grupo Cantón 

Naomi Pozo Flores, pentacampeona nacional y primera judoca quintanarroense en un Grand Prix, demuestra que la disciplina y la pasión empiezan en casa.

Cancun- En el silencio del tatami, donde el eco de los pasos marca el ritmo del esfuerzo, Naomi Pozo Flores respira profundo. Tiene 22 años, pero carga sobre sus hombros una historia que comenzó mucho antes, en un pequeño dojo donde observaba a su padre, judoca cubano, moverse con disciplina y pasión.

“Me inicié a los 11 años en el judo porque mi papá lo practicaba en Cuba. Me nació ese sentimiento de querer practicarlo también; hoy día llevo 11 años en esta disciplina”, recuerda.

Esas palabras no solo explican sus inicios: describen el origen de una vocación.

En el CEDAR Cancún, donde platicó en exclusiva con GRUPO CANTÓN y entrenan quienes están dispuestos a darlo todo por un sueño, Naomi avanza con la serenidad de quien ha aprendido que la grandeza no surge de la perfección, sino de las veces que uno decide no rendirse.

PENTACAMPEONA NACIONAL

Su paso por la Olimpiada Nacional, donde fue cinco veces campeona y una vez subcampeona, es prueba de ello. Aun así, su historia no estuvo libre de obstáculos. “El primer año que busqué mi clasificación no pude.

Eso me sirvió de motivación para el siguiente año… y lograrlo. Ahí me propuse ser campeona”, confiesa. Esa derrota temprana fue la chispa que encendió su ambición.

LLAMADO A SELECCIÓN JUVENIL

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El 2019 trajo un capítulo determinante: su primera convocatoria a la Selección Mexicana Juvenil. A los 16 años, estudiando la preparatoria y entrenando en el CNAR, descubrió lo que significaba vivir para un sueño.

“Era complicado dividirme entre estudiar y entrenar, pero estaba tan emocionada por representar a México que todo valía la pena”, dice.

Fue ahí donde entendió que cada sacrificio construye un futuro, incluso cuando el camino parece demasiado empinado.

EL DEBUT INTERNACIONAL

Su debut internacional llegó en 2021, en una copa juvenil en Guadalajara; luego vinieron el Panamericano en Canadá y el Mundial Juvenil en Portugal en 2023.

Cada torneo fue un recordatorio de que el tatami mundial exige no solo técnica, sino carácter. Naomi aprendió que el judo no solo es combate: es templanza, es mente, es resistencia emocional.

SU COMBATE CON PRISCA AWITI

El 2025 la llevó a una nueva etapa: la categoría Senior. Chile, República Dominicana y El Salvador fueron su ruta competitiva, pero hubo un combate que la marcó de forma especial: enfrentar a Prisca Awiti, medallista de plata en París 2024. “Combatir con Prisca fue un honor. Es una gran representante para México y me hace saber en qué nivel estoy”, expresa. En ese duelo no buscaba ganar: buscaba medir hasta dónde había llegado el sueño de aquella niña de 11 años.

HIZO HISTORIA EN EL GRAND PRIX

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Ese mismo año escribió un capítulo histórico: convertirse en la primera judoca quintanarroense en participar en un Grand Prix del Tour Mundial. Las luces, los nombres, los campeones olímpicos a su lado… todo ello la conmovió profundamente. “Muy feliz de ser la primera quintanarroense en un Grand Prix.

Fue una gran experiencia estar al lado de campeones olímpicos. Sigo enfocada en volver y ahora obtener una medalla”, afirma con una sonrisa que refleja disciplina, pero también orgullo y esperanza.

Su fortaleza se multiplicó después de haber vivido un 2024 marcado por una lesión de rodilla. Pudo haberse detenido, pero eligió avanzar.

“El año pasado casi no pude competir, pero este 2025 fue muy bueno; crecí mucho personal y deportivamente”, dice. Ese aprendizaje será su fundamento cuando cierre el año en la Gala del Judo, del 12 al 14 de diciembre en Monterrey.

EXPECTATIVAS PARA EL 2026

El destino inmediato tiene un nombre claro: Juegos Centroamericanos y del Caribe 2026. No lo dice con soberbia, sino con un brillo sereno en los ojos. Sabe que el camino es duro, pero también que cada caída la ha hecho más fuerte, más consciente de su propósito.


Antes de regresar al entrenamiento, deja un mensaje que no solo es para los jóvenes judocas: es para cualquiera que tenga un sueño que parece lejano.

“Sobre todo que lo disfruten, que tarde o temprano llegarán las medallas y los éxitos”.

Luego se ata el cinturón con firmeza y vuelve al tatami. Cada movimiento es una declaración: la grandeza no aparece de golpe. Se construye día a día, con la convicción de que el futuro pertenece a quienes no dejan de intentarlo. Y Naomi sigue ahí, avanzando, creciendo, soñando… demostrando que la verdadera fuerza no se mide en medallas, sino en el corazón que las busca.

Publicado por
Javier